domingo, 27 de julio de 2008

¿Crudas o cocidas? ¿Como quedan mejor las fantasías?




Si querer ser Levy-Strauss, me atrevo a decir que lo crudo es bárbaro, que representa lo inhumano y lo irracional, y que el proceso de cocinar o preparar un producto implica progreso y cultura. Por supuesto, los nutricionistas nos invita a consumirlo todo crudo, todo con cáscara, hasta las papas como si fuéramos una piara de cerdos. “Lo natural” parece ser el cenit de nuestra civilización, cuando es sabido que un exceso de lo natural (como las bajas funciones del cuerpo) puede ser ordinario, antiestético, insípido e incluso malsano. Díganselo a mi hermano que por comerse una escalopa de pollo mal cocinada contrajo salmonella.

Sin embargo, todo en nuestra sociedad se ha vuelto simple (por ende tonto) y crudo. La mejor muestra la hayamos en el poco sutil énfasis en la pornografía. Al decir pornografía no me refiero a la verdadera, esa que se comercia y circula de manera semi privada y de la que no se habla. Yo hablo de la iconografía seudo pornográfica que empapa todo material visual sea una serie de televisión, una tira cómica o un comercial de detergente.

El “porn” legítimo tiene como propósito alentar las fantasías personales de un individuo, pero como en este mundo, que busca vanamente la uniformidad, ya no existe lo personal, las más crudas imágenes persiguen nuestra realidad cotidiana buscando quizás que vivamos en un estado de excitación sexual tal que pronto copularemos o nos masturbaremos en público.

La fantasía es una palabra constante en nuestro vocabulario diario, pero muchos no saben realmente lo que significa. De pequeña, para mi Fantasía era un excelente filme de Walt Disney donde curiosamente se mostraba lo peligros de vivir una ilusión. Mickey Mouse, era El Aprendiz de Hechicero quien, al tratar de cumplir su sueño de ser un verdadero mago, terminaba provocando una inundación. Buen ejemplo de porque una fantasía nunca debe convertirse en realidad.

Lamentablemente, los medios, y algun que otro psiquiatra beodo, nos quieren convencer de que quien no vive sus fantasías está condenado a ser un individuo inadaptado e infeliz. Absurdo pretender equiparar fantasía con anhelos, metas y proyectos. La primera es una utopía, los otros pueden ser realizables, y aunque no se concreten no implican desgracia eterna ni posible demencia. Díganmelo a mí que si hubiese hecho realidad todos mis sueños, estaría criando nueve hijos en Australia.

Ese afán de cumplir todas las fantasías, principalmente las sexuales, es indicio de naturaleza ramplona y cruda. Más inadmisible es andar incitándolas como intenta hacerlo el mercado mediático. Otra simpleza es pretender que hay “fantasías universales”, cuando el erotismo es algo que varía de individuo a individuo.

Por ejemplo, se cree que todo hombre se excita al ver a una mujer bailando desnuda, o metiéndose mano con otra, o al observar a la propia follando con un extraño. ¿Será? Al menos, los cineastas lo creen y tratan de incluir esos tres elemento tanto en dramatizados como comerciales. Por algo Woody Allen, un poco cansado de contar cuentos, metió en Vicky Cristina Barcelona una sesión "besucona" entre Penélope y Scarlett. Por algo la están mercadeando con promos de esa escena sabiendo que muchos y muchas mueren por ver a esas minas darse calugazos. Por algo las mocosas palurdas se besuquean con sus amiguitas y luego suben la foto a la Internet.

La estimulación de nuestras hormonas con provocaciones visuales, no es novedad, pero antiguamente se hacia de manera más sublime, mas refinada, mas “cocinada”. Isadora Duncan, Ginger Rogers y Jennifer Beals, cada una en su época y con su propio estilo, son ejemplos de bailarinas eróticas.

Recuerdo muchas escenas filmicas de mujeres bailando solas o con otra La diferencia es que no todo el publico estaba conciente de que verlas bailar alimentaba fantasías secretas. Hoy tenemos claro lo que es voluptuoso o no, algo que antes percibía únicamente nuestro subconsciente, pero eso no significa que esa voluptuosidad tenga que manifestarse de manera tan elemental y grosera.

Me vino a la cabeza una escena de “Malena” en que Renato, el niño-narrador espía a Malena bailando con la foto de su difunto marido. Aunque Mónica Belucci está vestida y no hace ningún gesto obsceno, es obvio que el baile es una metáfora de su sexualidad enterrada junto al marido caído en batalla. Como también es obvio que el pequeño voyeur se excita al verla moverse, porque la Belucci, aunque se disfrace de monja, siempre es erotismo puro. La escena es, aparte de sensual, muy emotiva. No sólo expresa el amor perdido de la viuda, sino la irrevocabilidad de la pasión de Renato, quien ve como Malena siempre pertenecerá a otro y que lo suyo nunca pasará de ser una fantasía adolescente.

http://youtube.com/watch?v=o0vblmfAeQE&feature=related


Son filmes y escenas como éstas las que nos enseñan el valor de la sutileza. La crudeza y lo natural, sobre todo cuando se asocian con el sexo, son signos de pereza, de simpleza, de atraso e imperfección. Por lo que seria bueno que se puliese más este mercadeo de lo privado, o se dejasen las fantasías sexuales en el terreno de la intimidad donde pertenecen.

sábado, 26 de julio de 2008

La "Tía Coty" hizo la cimarra.... y aun así es la mejor alcaldesa de Chile



Mucha prensa se ha dado en estos días al descubrimiento que Virginia “Coty” Reginato, alcaldesa de Viña Del Mar, no había terminado la secundaria. Para mi no es ninguna sorpresa. El que las mujeres terminen la secundaria en Chile es algo reciente.
En la época de la “Tia Coty”, ni las niñas pobres ni las niñas ricas perdían el tiempo en el salón de clase. Ni mi abuela ni sus hermanas llegaron a la secundaria. Eso no les impidió ser poliglotas, tocar instrumentos musicales y ser cultas y finas.

Aprovechándose de la desinformación natural del chileno, la Concertación ha espoleado a la opinión pública a que repudie a nuestra alcaldesa y por supuesto a no votar por ella, puesto que no se puede ser alcalde sin haber aprobado la secundaria. No sabe la mayoría de los chilenos, que en Chile, tal como se puede estudiar en casa y rendir exámenes libres, existe la posibilidad de tomar un examen que es la equivalencia de haber estudiado cuatro años de educación media. La Sra. Reginato lo tomó y lo pasó. Fin del cuento.

Sin embargo, toda esta campaña sediciosa provoca una pregunta. ¿Deben los ediles haber cursado el cuarto medio? Para empezar, esa ley es nuevísima (del 2004). Antes los alcaldes, y hasta los ministros del Chicho, podían ejercer sus cargos sin haber terminad la secundaria. Y algunos no lo han hecho mal.
Antes de la Tia Coty, tuvimos dos alcaldes de la Concertación, uno era un viejito senil al que le metían el dedo en la boca, y el otro era un estafador que le metía el dedo en la boca a los seniles. El hecho de ser profesionales no les impidió hacer una pésima gestión. Algo de lo que no se puede acusar a nuestra alcaldesa.

Hace rato que la Concertación quiere aserrucharle el piso a la Reginato. Como no tiene candidato que le haga el peso, se hizo correr el rumor de que Francisco Reyes podría postularse, ya que todas las mujeres votarían por el actor. Es un insulto a la mujer viñamarina decir que nosotras votamos por un par de pantalones. Si al menos fuera un mino. Pancho Reyes estaba buenote en su día, pero hoy es un vejestorio cadavérico.

Se entiende que la Concertación tenga en la mira a la Alcaldía de Viña, una de las más ricas de Chile. Pero si quieren robar que vayan a pedirle porotos a Mi Gorda Bella para que los corone ministros, y ya déjenos en paz a los viñamarinos y a nuestra alcaldesa.

jueves, 24 de julio de 2008

Las dificultades de ser lector en Chile


Pretender conocer los gustos de la gente es tarea ingrata e inútil. Y no me vendan el cuento de las encuestas. No hay nada más engañoso que el resultado de una survey. En mi casi medio siglo de vida nunca he sido encuestada ni conozco a nadie que lo haya sido. Si tal cosa como una encuesta tiene lugar, los candidatos son cuatro cucarachitas que mal pueden representan el sentir popular. Para más remate entra en juego las estadística, ciencia de naturaleza inexacta.

Son las encuestas las que nos dicen que el habito de la lectura ha disminuido o que la gente prefiere cosas”Light”, libros cortos con argumento explosivo, lleno de acción e intriga y que mantenga al espectador en vilo.

Después de las encuestas, el máximo indicador del gusto del lector lo ofrecen las listas de best-sellers o más vendidos. Otro medidor absurdo puesto que, al menos en USA, la gente no tiene que comprar libros. Como hacia yo en mis buenos tiempos, el lector va a la biblioteca donde puede sacar todos los libros que quiera sin que le cueste un centavo.

En Chile no hay bibliotecas y las librerías son lugares donde uno compra lápices y cuadernos. Incluso las que se especializan en literatura son antros donde el material está apilado sin orden sensato como en una bodega.

Estas librerías son más amistosas para la población de arácnidos que toma vacaciones entre los polvorientos volúmenes que para el ingenuo cliente. Sólo un lector con vocación arqueológica puede encontrar algo en esa masa de papel, puesto que los escasos dependientes están ahí para vigilar que nadie se escamotee las ediciones de bolsillo, no para guiar al perplejo. Es muy posible que no les guste la lectura, incluso que no sepan leer.

Aun con este deprimente escenario, en Chile hay lectores. Aunque nos tengamos que esconder en el closet a leer. Esas mismas librerías tan inhóspitas ahora venden en línea a una clientela selecta que consume, pero no quiere andar empolvándose en un local. Hay ferias de libros usados como el fabuloso mercado de pulgas de la Plaza O’Higgins en Valparaíso donde uno no sólo compra libros sino también revistas antiguas.

En la calle, los pacos persiguen a los vendedores ambulantes que comercian con ediciones literarias piratas. Yo le conseguí El Código Da Vinci a mi madre en un puesto ambulante, cuando la novela de Dan Brown estaba agotada en las librerías. Por último, todavía los chilenos intercambiamos material de lectura a pesar de adagio que dice “huevón él que presta libros, más huevón él que los devuelve”.

Obviamente, esta sociedad de lectores enclosetados no cabe en ninguna encuesta, por lo que nuestros gustos nunca serán del interés del mercado.

domingo, 20 de julio de 2008

"Alatriste" como respuesta a una cultura de la no-historia



Vivimos en la era de la no-historia, del rechazo y deformación del pasado. Una de sus manifestaciones es que toda obra que tenga lugar en epocas pretéritas debe ser lo más moderna posible tanto en sensibilidad como en comparación con la historia y cultura presentes.

Es por eso que el filme español “Alastriste”, basado en la serie best-seller de Arturo Pérez-Reverte, ha sido un agasajo. Una película que se siente histórica. Alatriste no esta exenta de fallas. Desde el desnudo de rigor de Elena Anaya hasta los esfuerzos de Viggo Mortensen por disfrazar su acento argentino con una ensalada de zetas. La mayor falla radica en querer comprimir todos los libros de la serie (aun sin terminar) en dos horas. Pero, aun con estos mini defectos, sigue siendo un trabajo notable principalmente en el cine español que se ha vuelto un tanto panfletario y tremendista.

Alatriste puede dar cátedra a los señores de Hollywood que pretenden saber hacer sus “period pieces” o Customers” como se les llama a los filmes de época. Incluso puede enseñarles a los ingleses, que una vez fueron maestros de es arte, pero hoy se lucen con bazofias como la infame “Roma” o Los” Tudors” cuyos personajes parecen estar en un pub cockney no en la corte británica.

Comparar Alatriste con algun costumer hollywoodense de lujo como “Maria Antonieta” (versión Kirnst Dunst), deja a la española como ganadora. Alatriste tiene atmósfera, tiene argumento, tiene drama y tiene personajes redondos, no muñequitos lindos que se mueven como en el Gran Guiñol tal como los que poblaban el filme de Sofía Coppola quien dijese al respecto que su afán era mostrar como los adolescentes dieciochescos se parecían a los de hoy.

En Alatriste no se buscan analogías con situaciones contemporáneas, no hay ningún esmero en ser políticamente correctos. Aunque es historia de capa y espada, no hay necesidad de mostrarnos vísceras o tripas en el suelo, y sólo tiene dos escenas que puedan calificarse de sexuales: una muy recatada entre Viggo y Ariadna Gil y el desnudo gratuito de Elena que al parecer no puede estarse mucho rato vestida. Es un desnudo, o sea no hay acción, y podría ser una foto de Interviú. En cuanto a cuan eróticas puedan resultar sus prominentes costillas, eso es cuestión de gustos. A mi me gustó mas la Anaya como la torpe vampiro Aleera, lo único bueno de “Van Helsing”.

Finalmente, los productores de Alatriste no se sintieron con esa obligación condescendiente de tener que darlo todo “masticadito” o de explicar cada batalla, cada hecho histórico. Me imagino que la serie si lo hace, puesto que el motivo que empujó a Pérez-Reverte a crear al Capitán Alatriste fue la falta de información sobre el periodo barroco que dan en las escuelas españolas. Debo decir que, quien como yo se especializara en ese periodo en la universidad, no tiene problemas para seguir Alatriste, pero puedo comprender que para los neófitos resulte un poco confusa. Sin embargo, que hagan como yo que tuve que googlear la Batalla de Rocroi (donde perece Diego de Alatriste) para saber en que parte de Francia tuvo lugar. Las obras históricas deben motivar al lector a informarse más sobre el periodo no tienen que ser didácticas en si.

Es una lastima que Alatriste no haya tenido un gran éxito internacional. Debió ser más reconocida, aparte de ganarse un par de Goyas y otros premios en el festival de Cine de Cartagena. Es un placer ver actores de la talla de Viggo Mortensen en obras en castellano, aporta calidad, pero no creo que veamos muchos filmes parecidos en el futuro. He oído con pasmo que la FOX ha comprado los derechos. ¿Pretenderá refritearla a la gringa con esa falta de pudor en que se plagia todo hoy en día? Pues a ver si son tan respetuosos como lo han sido en este filme. Yo lo dudo

viernes, 18 de julio de 2008

La importancia de llamarse...

Me acabo de enterar que la colegiala que remojó a la Ministra se llama “María Música”. Con razón la niña es tan estridente en sus reacciones. En serio, con un nombrecito como ese (es como llamarse María Cocinera o María Filosofía) ya la chica estaba predestinada a una vida de inadaptación social.

Un claro ejemplo de irresponsabilidad paterna comienza con los nombres que le dan a sus criaturas. Muy pocos padres valoran la importancia de un nombre en el desarrollo de la personalidad de un individuo. Un nombre define a una persona, es un punto de apoyo y puede hasta decidir su destino. “Nomen, omen” decían los romanos, porque el nombre presagiaba la dirección vital de quien lo portaba. Es por eso que muchas sociedades, mal llamadas primitivas, dan dos nombres al individuo uno que le acompaña en la infancia y otro que se le otorga al llegar a la madurez. Generalmente, este último rito de pasaje es marcado por una celebración y una ceremonia.

Por siglos, los padres concientes les daban a sus hijos nombres con significados, esperando que creciesen de acuerdo a esa cualidad que llevaban en el patronímico. En culturas católicas se les designaba el nombre del santo del día en que nacían o eran bautizados para colocar a los niños bajo protección celestial. Hasta hace poco se les daba a los niños el nombre de los padres o de parientes cercanos para que estuviesen más unidos a la tradición familiar. Entre los judíos modernos la costumbre es que un niño tenga dos nombres: un laico para sus actividades en el mundo gentil y otro bíblico o hebreo para sus actividades religiosas. La costumbre es llamar al niño por el nombre de un pariente cercano, ya fenecido, si el bebé pertenece a la tradición Ashkenazi, o si es Sefardí, como en mi caso, llevará el nombre de un pariente que aun goza de vida. De esa manera, el niño queda vinculado a su pasado familiar.

Hoy en día, en que tradición es mala palabra, y en donde toda nuestra cultura está marcada por irresponsabilidad sistemática, el factor principal en nombrar a un hijo es la “creatividad” o la “originalidad”, el ponerle nombres que nadie más tiene. Por eso se aplaude a Nicole por ponerle a su hija el nombre de un día de semana, a Gwyneth por darle a la suya el nombre de una fruta, y a Beckham por llamar a su hijo “Brooklyn”. Recién leía un artículo elogiando a los Pitt-Jolie por ponerle a uno de sus mellizos “Knox”, nombre que termina en X y que hace juego con sus hermanitos “Maddox” y “Pax”. En cuanto a Vivienne Marcheline, descubrieron que no se que otra famosa tenia una cría llamada “Vivienne” (nombre francés que viene del latín, que significa vida) pero que la combinación de “Vivienne” y “Marcheline” era sumamente creativa. Los periodistas a veces me dan lastima.

Curiosamente, Angelina no pensaba en creatividad cuando llamó a su hija “Marcheline”, el nombre de su difunta madre, y Knox es el nombre del abuelo de Brad. Al final, para nombrar a sus hijos estos vanguardistas rebeldes siguieron las reglas más tradicionales y más juiciosas. No así Gwyneth y su “Apple”, o Tom y su “Suri”, o un individuo cuyo nombre no mencionaré, pero que tuvo la delirante idea de bautizar a su vástago con el nombre de “Gulliver”. O dejando al lado a los famosos, y volviendo a nuestra cultura, está esa costumbre horrorosa de ponerles a los "peques" nombres gringos. ¿No cachan que no pega llamarse Bjorn o Britney cuando se apellida Machuca?

Hay padres que son tan escrupulosos que quieren esperar a que sus hijos tengan edad de razón para elegir su religión, pero que no tienen reparo en encajarles nombres ilógicos que los estigmatizarán de por vida, sólo porque a ellos les suena bien o “porque nadie más se llama así”.

¿Qué no piensan como se van a burlar los compañeritos en a escuela al oír esos nombrecitos que invitan a rima y remedo? Cuánto deben haberse burlado de la Maria Música en nuestro sistema escolar, famoso por estimular el “bullying” y otros comportamientos agresivos. ¿Cuántos motes se habrán necesitado para empujarla a cometer un acto que, por inocente que parezca, denota una conducta antisocial y una predisposición al dialogo violento?

He conocido personas tan traumatizadas con sus nombres que se los han cambiado legalmente y que me han dicho que con el trueque les ha cambiado la vida. Que triste, puesto que con eso indican que su vida anterior fue mediocre y desdichada, todo a causa de la ligereza de sus padres al escogerles un nombre.

miércoles, 16 de julio de 2008

Retrato de un héroe

Ingrid Betancourt es un nombre que está en boca de todos, en estos días. Aparece en todos los canales y en la tapa de los diarios y revistas. Capaz que eclipse el nacimiento de los mellizos Jolie-Pitt. Disculpen mi cinismo, pero es que la fama es algo tan efímero, tan falso y le cuesta tan caro al famoso que me duele este espectáculo creado alrededor de la tragedia de una mujer que simboliza la tragedia de millones que alrededor del mundo son secuestrados o están en peligro de serlo.

El caso Betancourt se está volviendo un circo, y Mi Gorda Bella añade otra payasada al querer nominar a Ingrid Betancourt para el Premio Nóbel. Mi papá me decía que sentía mucha compasión y admiración por el martirio de quien ahora todos llaman “Ingrid”, con esa familiaridad artificial con la que tratamos a los iconos del momento, pero que el mero hecho de sobrevivir, y que es harto, no la hace candidata al Nóbel, no más que los años en el Hanoi Hilton le consigan a McCain la Casa Blanca.

Veo gente superficial que se vuelve loca por Ingrid, que dice como decían de Gardel “¡Que voz que tiene!” como si ella fuera la nueva Madonna, o como si nunca hubieran oído a alguien tener buena retórica. No es culpa de ella esta popularidad que se le va a ir en contra inexorablemente. No es culpa de ella haberse convertido en un fenómeno mediático. Pero es lamentable que la explotación de su ordalía opaqué a otros que por no tener ni su fama ni su don de palabra, no aparezcan en pantalla como los verdaderos heroes. Ese es el caso de un tal William Pérez. El cabo Pérez estuvo más tiempo en cautiverio que la “Dra. Betancourt”, y de hecho ella e adjudica el merito de haberla mantenido viva.

Me permito copiar esta excelente semblanza del Cabo Pérez que apareció en la edición en-línea de El País.

”Hice lo que tenía que hacer, lo que me enseñaron", afirma con una sonrisa de niño el cabo William Pérez, convertido en héroe nacional. Se refiere a su actitud durante los 10 años y cuatro meses que duró su cautiverio a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en una selva del sur, donde atendió y ayudó a sus compañeros de secuestro."Sin él no estaría aquí", dijo Ingrid Betancourt cuando descendió del avión que les devolvió a la libertad tras un impecable operativo militar.William Pérez, un hombre delgado y de grandes ojos negros, se alistó en el Ejército al terminar el Bachillerato para tener un sueldo. Nunca pensó en acudir a la Universidad. "Como no había posibilidad económica, no me direccioné hacia allá", dice. Escogió la sanidad militar porque debía estudiar en Bogotá: "Me pareció chévere conocer la capital"."Como auxiliar de enfermería, siempre necesitaba la orden de un médico para poder dar una pastilla, pero allá [en la selva] fui médico y hasta psiquiatra", dice. Curó paludismos, amagos de infarto, hipertensiones, leishmaniasis (parásito inoculado por la picadura de un zancudo -mosquito- que pudre la carne), depresiones...Asumió tan en serio su tarea con los secuestrados que desechó desde el inicio la idea de escapar. "Tenía que cuidar a mi gente", explica. Le pidió en las cartas que puso a su familia -una madre que le sacó adelante con una máquina de coser y seis hermanos- que no le mandaran mensajes a través de la radio: "Pensar en ellos podía minar mi fortaleza".Su mayor orgullo -le brillan los ojos cuando habla de ello- es que los 10 soldados que fueron secuestrados el 3 de marzo de 1998 estando heridos y bajo su cuidado en la base selvática de El Billar regresaron vivos a sus casas. Le cuesta compartir los detalles de aquella pesadilla, considerada una de las grandes derrotas del Ejército frente a las FARC.Como enfermero del batallón atacado en El Billar, se dedicó a socorrer a los heridos. Los reunió en un lugar a salvo de las balas. Cuando llegó la derrota se plantó ante los guerrilleros. Les dijo que se iba con ellos, llevándose todos sus heridos. Ellos trataron de dejar a los más graves, pero el cabo Pérez se negó. "La decisión fue mía; si los dejaba, los remataban".Durante un mes caminaron por la selva hasta que alcanzaron un campamento en la zona desmilitarizada creada por el Gobierno de Andrés Pastrana para hablar de paz con las FARC. "Me tocaba caminar despacito, ayudarles a cargar y a pasar los ríos. Les curé a todos por el camino". A uno le salvó el brazo. La herida se le había llenado de gusanos. "Hablé con los guerrilleros, les pedí antibióticos. Les dije: 'Si mañana no amanecen muertos los gusanos, pueden cortar el brazo como quieran".Durante los 10 años y cuatro meses que pasó en la selva, el cabo Pérez soñó con que un batallón de soldados llegaba para rescatarle. "Uno queda muy herido en su orgullo militar cuando suceden esos fracasos... La única forma de quitarse el fantasma, de quedar libre del karma, es un rescate. ¡Que el Ejército nos rescatara en enfrentamiento!".Se ilusionaba junto a sus compañeros cuando escuchaba el vuelo de aviones y helicópteros, cuando descubría marcas del Ejército en la selva. "Papeles de ración de comida, cosas que uno sabe que son del Ejército y no de la guerrilla". En los últimos siete meses los sintió muy cerca: "Por donde íbamos, estaban. Si queríamos descansar, ahí estaban, y nos tocaba seguir, seguir y dar vueltas...".Cuando se le pregunta cómo conseguían las medicinas en medio del acoso, responde: "A veces hay medicamentos y a veces no hay cómo proveerse". Muchos de los guerrilleros que estaban con ellos eran indígenas, y consiguió arrancarles algunos de sus secretos sobre remedios naturales: cáscaras para atacar el paludismo, emplastos de cortezas para la leishmaniasis, aguas de raíces tasadas para... "¡Aprendí muchísimo! Me era difícil mirar los árboles porque son todos iguales, pero ellos me decían: 'Debe de mirar a las hojas, que son todas distintas". "Nunca tuve problemas con los medicamentos. Si era posible, me daban lo que necesitaba".Pero sabe que no siempre fue así con los otros secuestrados. A Ingrid Betancourt le obligaban a trabajar a cambio de una pastilla o de un antibiótico. "A ella le tenían mucha rabia porque los confrontaba. Yo también los confrontaba, pero con uno se enojaban y ya estaba. No sé de dónde salió tanto odio con ella. Decían: 'Si se quiere morir, que se muera".A los secuestrados les cambian mucho de grupo, de acuerdo con los operativos militares. Estuvo junto a la doctora Ingrid, como le llama, cuando una depresión le retiró todo el apetito. Pero el cabo Pérez se empeñaba y le obligaba a comer: una cucharada por cada uno de sus dos hijos, otra por su madre. Así, con paciencia, como se alimenta a un niño. Pidió reconstituyentes y antidepresivos para ella y los guerrilleros se los dieron. "Ella hizo lo mismo. Me reconfortó cuando murió mi papá, y cuando me enfermaba y no me podía mover me traía alimentos. Todo eso estrechó la amistad. La veo en televisión y los ojos se me ponen con ganas de llorar. La veo en los periódicos y no me creo que esté libre. Todavía me alegro tanto que me acongojo. La quiero, la aprecio y estoy aquí por ella". Agacha la cabeza y se queda en silencio unos minutos. "Ella es fuerte y valerosa, pero sobre todo es una mujer. ¡Para ella fue 10 veces más dura esta experiencia!".Muestra un cristo que le regaló Ingrid Betancourt el mismo día de la liberación. Lo lleva colgado al cuello. También tiene la Biblia que ella leyó mil veces en la selva para llenar las horas de los seis años que le robaron las FARC.La doctora Ingrid "reforzó mi parte espiritual", dice el cabo Pérez, que es evangélico. La Biblia se la entregó durante las horas de angustia que pasaron en una finca a comienzos de la semana pasada, mientras esperaban a una supuesta comisión humanitaria, que era la trampa urdida por el Ejército. Los guerrilleros les habían hablado de una visita médica, de la posibilidad de enviar cartas a la familia. "De pronto la liberan a usted. Ellos buscan la política y es posible que ahora que Francia asume la presidencia de la Unión Europea...", dijo el cabo a Betancourt. "¿Será?", contestó ella, y le preguntó qué deseaba que le dejara de regalo, y él pidió la Biblia. "No quería nada más, pero ella sacó de su morral bolígrafos, tijeras y un cortauñas", lo que salvó de la requisa de la noche anterior. "Allí pasamos dos días. No comíamos de la angustia, de pensar qué iba a pasar".Volver a la libertad no ha sido fácil. No ha podido comerse la hamburguesa ni el pan gigante con el que soñó durante tantos años. "Uno se acostumbra y se conforma con poco". No ha podido sentarse tranquilo en Riohacha ni acudir a ver un atardecer a la orilla del mar, como era su deseo. A esta ciudad, capital del departamento de la Guajira, llegó el domingo al mediodía, pero todo ha sido tan intenso -una multitud de gente queriéndolo abrazar y preguntándole: ¿te acuerdas de mí?- que el lunes en la noche se enfermó. "Era demasiada bulla. Sentí asfixia. Estaba desorientado con tanta pregunta. No reconocía ni a mis hermanos. ¡Les dejé pequeños y son hombres!". Le trasladaron al hospital con escalofríos, sudando y casi desvanecido. Desde esa noche, él y su familia están descansando en un cuartel de esta ciudad caribeña.Allí se ha dedicado a hablar de su papá, que murió en mayo a los 62 años de infarto, justo el día que él cumplía los 33. "Eso duele. Si hubiera aguantado un poquito más...". Su mamá, una mujer erguida como un roble, como las que habitan por los libros de Gabriel García Márquez, le ha contado que su padre guardaba un maletín repleto de recortes de periódicos en los que se hablaba de William y de los otros canjeables. Su deseo era entregárselo el día de su regreso. También han hablado de la que fue su mayor preocupación en los años en la selva: su casa. Pidió que una parte del sueldo que siguió cobrando del Ejército lo invirtieran en mejoras, y que la otra la dedicaran a la educación de sus hermanos menores. Cuando le secuestraron, la casa apenas tenía dos habitaciones de paredes negras. Ahora ansía un piso limpio, con baldosas en el suelo y una tapia en el patio.¿Cuáles son sus planes? ¿Estudiar medicina (ya le han ofrecido tres becas)? ¿Viajar a París como le ha ofrecido Betancourt? Él antepone su vida militar, cumplir lo que digan sus superiores. "No me retiraría ni por ir a la China". "Todo este padecimiento fue por ser militar, y eso me ha enseñado a amar más mi uniforme". Sufre por los que quedaron en la selva. "Sé lo desesperados que están, y las ganas que tienen de que aparezca un soldado para salvarles". ¿Novia? "No he sacado tiempo para eso", dice en medio de una sonrisa que le ilumina el rostro. Parece la de siempre, pero él corrige: "No; es la sonrisa de la libertad".http://www.elpais.com/articulo/internacional/salio/odio/Ingrid/elpepuint/20080711elpepiint_2/Tes

No resulta casualidad, que esta entrada salga en la misma semana con mi crítica de House. Eso es porque los médicos de hoy en día se parecen mas a House que a este señor humilde, dotado de una caballerosidad anacrónica y de un heroísmo insospechado, que cometió el delito de practicar la vida sin licencia y de ejercer el don divino de curar en las peores circunstancias.

martes, 15 de julio de 2008

Un vasito de agua no se le niega a nadie


Hasta ayer, yo ni sabía lo que era La Jornada de Clausura De Diálogo Participativos por la Educación Publica. Tan rimbombante nombre no hubiese entrado en mi léxico sino fuera por un incidente que tuvo lugar cuando una estudiante le vació un jarro de agua encima a Mónica Jiménez, actual Ministra de Educación.

Tal incidente ilustra el nivel de Dialogo y de Educación que existe en Chile. La Presi se encolerizó. La Ministra lo tomó a broma. Alcaino pidió la expulsión de la agresora. Mientras que los estudiantes aplaudieron y validaron la agresión puesto que la pajarita de sólo 14 años, había sido golpeada al obligarla a desalojar el Liceo Darío Salas, plantel donde estudia.

Este suceso reveló cuatro hechos.

1. El gobierno y sus ministros ya no inspiran respeto ni en las lauchas y mucho menos en los Pingüinos.

2. Tal como lo comentó la Ministra, tras la mojada, es asombrosa la agresividad de estos jóvenes. Mal que mal, representan la hostilidad que ocultamos por dentro todos los chilenos. La furia y frustración que hasta el más manso siente hoy en día ante tanta mentira e ineptitud por parte de los que mandan. Por eso es que muchos dicen que se necesita de nuevo un Lagos que golpee la mesa. Pero creo que la rabia que terminará, si no la paran, en una escalada de violencia no la detendrán unos coscachos en la mesa. No vaya a ser que Ricardito sea el que termine golpeado.

3. Aparte de la justa ira que expresan los Pingüinos, el incidente demostró la poca urbanidad que existe en las nuevas generaciones. Nos enfrentamos a una generación medio salvaje, educada a medias, que más aprende “googleando” que en el aula, que dialoga a golpes, y no respeta nada porque nadie les ha enseñado a respetar o a auto-respetarse. El principio de autoridad se ha perdido desde el momento en que tal palabra pasó a ser grosería. Eso es peligroso, para todos, pero principalmente para quienes ejercen esa autoridad. Esto ya se les escapó de las manos al gobierno, a los profesores y a los padres, los tres grandes culpables. Por algo la niña es apoyada por profesores y su mama.

4. Más allá de las repercusiones políticas, este hecho manifiesta lo peligrosos y anárquico que se están poniendo los “niños”. Lamentablemente, estos niños son amas letales si los manejan ideologías extremistas. Más lamentable, es visualizar como serán esos niños en 15 años. Nada indica que no sigan siendo caóticos, salvajes y vandálicos. Sobre todo, si la educación sigue a la altura del unto y si los padres dejan la formación de sus hijos en manos de otros, o del Internet. Esta pendex demostró sus derechos atacando a una señora mayor y más encima ministra. Otros los ejercen como los angelitos de Conchali que en pleno patio y con público “hacían cosita” para que un compañero los filmara. Ambos son ramitas del mismo matorral.

lunes, 14 de julio de 2008

Gregory House y el síndrome del médico-dios

“House MD” es todo un fenómeno, una de las cinco series mas vistas en la Unión Americana y un nombre conocido por televidentes alrededor del globo. A punto de entrar a su quinta temporada (lo que ya es todo un logro), el Dr. House sigue impartiendo su sabiduría medica “sui generis”, y salvando la vida de sus pacientes aunque tenga que destruir sus egos y espíritus en el proceso.

El médico-héroe ha existido desde los albores de la televisión (antes existía en los radioteatros, pero no nos remontemos al Jurasico). ¿Qué tiene House que no tuvieron Kildare, Marcus Welby, o no tienen los médicos de ER y Grey´s Anatomy?

Cuando House hizo su aparición en el 2004 nos lo vendieron como el Sherlock Holmes de la medicina. Un médico tan empecinado en descubrir el misterio de una enfermedad que se olvidaba del paciente, de la diplomacia, y hasta del juramento hipocrático.

Ciertamente House ha vivido a la altura de este slogan y se ha convertido en uno de los galenos favoritos de la audiencia (al menos eso arroja el resultado de una encuesta de Newsweek) a la par de ser uno de los individuos más retorcidos y oscuros de los muchos que pululan el anti-heroico reino de las series de televisión.

En la primera temporada, House era un médico-detective, hosco, gruñón y mal hablado. Déspota con sus asistentes, cruel con sus pacientes (si es que llegaban a interactuar, porque generalmente House desdeña incluso visitarlos) y bastante audaz en sus métodos de curación y diagnósticos. Si Sherlock era adicto a la morfina, House consumía cantidades extraordinarias de Vicodin para apaciguar los dolores que le causaba una lesión permanente en la pierna. Sin embargo, ese primer House todavía era capaz de respetar a un paciente o de jugárselas para curar a una aparente esquizofrénica y reunirla con su hijo.

En el pasado, el héroe medico ha tenido que echar mano a métodos poco ortodoxos y su vida personal no ha sido muy santa que digamos. Pero tanto Alan Alda en MASH o George Clooney en ER sabían conjugar sus falencias con la Triple H: Humanidad que les permitía compenetrase con el paciente, Humildad para reconocer sus limitaciones y Heroísmo que los hacia enfrentarse al mal como un hechizo que amenazaba al paciente, no como un crucigrama que debe ser resuelto a pesar del enfermo. Eso no ocurre en el caso de House.

A medida que House crecía en sintonía, su protagonista se volvía más desagradable. La adicción a Vicodin, se revelaba como drogadicción, la que comenzaba a afectar sus habilidades médicas. Finalmente le suprimían las drogas y House veía rojo hasta el punto de casi dejar una niñita lisiada.

Lo peor de House es la crueldad con la que trata a la gente que lo quiere, porque este energúmeno tiene la suerte de provocar afecto, respeto y hasta amor en sus semejantes. En un episodio, House finge tener cáncer lo que destroza a sus seres queridos. Cuando descubre que todo fue una farsa, Wilson, su mejor amigo, le dice que la diferencia entre los verdaderos enfermos de cáncer es que ellos desearían tener personas que los quisieran. En cambio, a House le importa un bledo la gente que se preocupa por él.

Para colmo, House tiene una obsesión diabólica de destruir cualquier fe religiosa que exista en sus pacientes. Muchas veces les exige que crean en él y no en D-s. Ya parece Don Satas ofreciendo los reinos del mundo. Pero no debe sorprender. Aunque se diga ateo, House y su ira contra el poder divino implican una cuasi-fe en que tal cosa existe.

House odia a D-s tanto como a sus pacientes, porque lo culpa de su lesión. A la vez, le tiene celos, quiere quitarle devotos para tener la adoración y fe que se le tiene a la divinidad. En eso House no es muy diferente a la mayoría de los médicos. Digo la mayoría, porque a pesar de mis malas experiencias con la profesión médica, todavía creo que el buen doctor no es una especie extinta.

Sin embargo, la medicina tradicional ha perdido feligreses y pacientes debido a sus malos ministros. La mayoría de los médicos modernos tienen una “bedside manner” tan indiferente como la de House, le otorgan al enfermo el mínimo de su tiempo y desearían que éste fuese rata de laboratorio y no molestase con preguntas ni chillidos cuando les hacen daño.

House, como toda serie televisiva, está dirigida a gente no-pensante. Es una serie que aparenta ser muy erudita con todas esas palabrejas médicas y esos doctores que más parecen físicos nucleares, pero como somos ignorantes en medicina, es posible que nos estén metiendo el dedo en la boca. Quizás esos métodos que utilizan para curar los exóticos males que afligen a los infortunados pacientes de House no sean viables en la vida real.

Como dice mi Santa Madre: “en la vida real, la mayoría de los pacientes de House estarían muertos”. Sus diagnósticos son muy al tuntún. Comienza diciendo “puede ser el Síndrome de Fulano o la Enfermedad X”. Y él y su equipo se ponen a intrusear dentro de la casa y vida del paciente y hasta dentro del pobre desdichado.

Al final, resulta que todo se debía a una mosca en el oído medio, entretanto al paciente le han quemado las células grises, revuelto las tripas y convertido en un eunuco. Para que hablar de su vida personal y afectiva donde House ha hurgado con igual gozo y falta de respeto.

House entonces sirve como fantasía de escape para un público que quisiera poder ir por el mundo atropellando todo lo sagrado, jugando con la vida ajena y cayendo parado como el cojo doctor. Aparte de que la serie apela al Dr. Frankestein que todo humano lleva adentro. Mas encima, glorifica la drogadicción como el instrumento que permite a House ser tan brillante.

¿Si tanto la critico, por qué veo yo esa serie? Aparte de que me encanta Hugh Laurie como actor y como hombre, la veo por el entourage de House. Porque ellos son los verdaderos heroes, porque a ellos si les entregaría mi salud. Porque para querer a House y para refutar su supuesta sabiduría tienen que ser buenos médicos y buenos seres humanos. La veo por Chase, Foreman y Cuddy, por Wilson (mi héroe) y por Cameron, la mejor “medicine woman” que ha visto la televisión desde Michaela Quinn. Porque a diferencia de House, ellos creen más en una mejor calidad de vida que en la vida eterna en este planeta.

jueves, 10 de julio de 2008

Ricardito quiere ser presidente

Siempre me ha hecho gracia este dicho español “Hasta los gatos quieren zapatos”. ¿Después de todo, por qué los felinos no podemos usar calzado? Pero hoy es una figura del lenguaje a la que apelo, estupefacta ante la última noticia. ¿Saben cual es el colmo de la frescura? El que Ricardo Lagos pretenda volver a La Moneda.

El lunes se anunciaba que se postulaba como candidato. Ayer, Don Ricardo I declaraba que él no era candidato. ¿Chis, te vamos a creer? Entremedio se levantó el furor de unos y la felicidad de otros. El Partido Socialista se apresuró en indicarle al "Pelao" Insulza que renunciara rapidito a su cargo en la OEA para venir a hacer campaña en contra de su ex jefe. Y El senador Alejandro Navarro salía diciendo que elegir al “Doctor Insulso” como lo apodara El Chavo, era "volver al pasado". Las declaraciones de "Wikipedia" Navarro tienen cierto peso. Mal que mal, el actual secretario de la OEA fue ministro en la “corte Lagunera”.Pero entre Insulso y Fatuo, me quedo con el calvo.

Los admiradores de Ricardo Froilan argumentan que salió de La Moneda con un 70% de popularidad. Claro, pero una semana más tarde cuando comenzaron a fallar todos esos proyectos que el había inaugurado, cuando los trenes no andaban y los estacionamientos se hundían, ese índice de aprobación no hubiese sido alto. Tampoco hubiese gozado de tanta popularidad si el pueblo supiese entonces que ese gran presidente seria el culpable de errores garrafales como el Puente de Loncomilla o el magistral Transantiago.

Sin embargo, conociendo a mis compatriotas no me sorprendería que si se presentara ganara nuevamente. Que los desmemoriados olvidaran todas las travesuras” laguneras” y creyeran que todos los males de Chile fueron ocasionados por la Dra. Bachelet. Al fin y al cabo, a Lagos nunca lo quemaron en efigie. No me sorprendería que Mi Gorda Bella permitiera que la convirtieran en chivo expiatorio para que su mentor regresara a La Moneda. Total, ya tuvo sus cinco minutos de gloria.

Es muy posible que Lagos vuelva a sentarse en el sillón presidencial, a poner a amigos y parentela en sitios claves donde hay y donde nadie les amarre las manos. Pero han pasado cuatro años. Ni el país ni Lagos son los mismos. Ya el andar regañando a la gente no funciona. El golpear la mesa no impresiona ni en Chile ni en el extranjero. No le envidio la tarea al Sr. Lagos, que se ve bastante envejecido, si se pone la banda de nuevo. Como Obama, va a enfrentar una tarea titánica y obstáculos quizás infranqueables. Eso le pasa al perla por glotón, por querer repetirse el plato y tener zapatos sin ser gato.

miércoles, 9 de julio de 2008

¿Morirán los libros?

Se dice que la gente no lee y que pronto los libros, las editoriales y los escritores serán cosa del pasado. Una encuesta en USA, cuna de la industria editorial más grande del mundo, revela que la mayoría de los encuestados juraba que no había leído un libro en todo el año.

Es cierto que ya no se publica tanto como hace 30 años, que cada vez se hace más difícil para un novelista novicio sacar un libro al mercado, y que las editoriales han inventado reglas esotéricas y caprichosas para aceptar nuevos manuscritos. La paradoja es que dicen que se debe a que hay cada vez menos lectores, pero menos libros en el mercado tampoco aumentará el número de lectores. En realidad, ocurre lo contrario. Más gente lee hoy en día que hace cien años. Han disminuido los índices de analfabetismo, hay más tiempo libre para leer, y más gente que se informa, quizás no en libros, pero en otros tipos de lectura tales como diarios, revistas o textos electrónicos.

Respecto a esa encuesta de marras. Habría que ver a quienes se la hicieron. Obviamente no fue a estudiantes que siempre están obligados a leer más de un libro al año, ni a académicos. Si en Gringolandia se ufanan de ser analfabestias, eso no corre para el resto del mundo. La industria editorial siempre ha sido volátil, pero no ha desaparecido, de hecho ha crecido. Los gustos del publico serán caprichosos, pero no tanto para no ser domados y manipulados por una industria con lazos comunes con los medios de comunicación, los grandes manipuladores de la humanidad. Por ultimo, habría que preguntar si el decir que no se leyó un libro se refiere a una edición en papel y no a un texto electrónico.

Es posible que por ceguera de la industria o por proteger los bosques, se deje de usar papel. Si pensamos que por siglos pre-imprenta los clásicos fueron escritos en tablillas, papiros y pergaminos, no nos deberia asombrar que los libros tengan que cambiar de formato. Mucha gente que prefiere ver filmes y series de televisión en sus monitores, también prefieren leer sus cuentos vía pantalla del PC o notebook.

Es ingenuo pretender que los e-books no serán uno de los formatos predilectos del futuro, pero tendrán que sufrir transformaciones que acomoden al público, porque si bien se puede manipular la manera de pensar de la masa consumista, no se puede pasar a llevar su comodidad.

Yo solía decir que los libros existirán siempre, porque uno no puede llevarse el notebook para leer sentado en el WC, pero si creo que un blackberry puede acompañarnos al baño. Cuando le dije a un amigo que los miopes sufrirían con el texto tan mínimo de un blackberry, me respondió: “¡se tendrán que acostumbrar!” (Y después dicen que yo soy facha). Yo creo que el mercado tendrá que adaptarse a las necesidades de su público porque hay muchos lectores miopes y mucha gente que pierde la vista, pero no su pasión por la lectura.

Otra posibilidad serian los audioboks. A mi no me gustan, pero conozco gente que los adora, especialmente en ocasiones en que es imposible leer como cuando hacen ejercicio o están en la carretera. Aparte de dar empleo a actores feitos, pero con buena dicción, los audio-libros o “libros hablados” rescatan una necesidad inherente del ser humano, la narrativa de cuentos. En el Siglo XXI, todavía nos gusta que nos cuenten historias. Y el auge de la fantasía en el mercado literario, indica que todavía queremos que nos cuenten de brujas y caballeros, de princesas y de dragones.

La lectura no morirá ni desaparecerán los libros. Siempre, aun en el más orwelliano de los futuros, existirán lectores y escritores que se necesitarán mutuamente. Seria hora de que la industria editorial recordara que su primer propósito es servir de puente entre ambos.

domingo, 6 de julio de 2008

¡Y cumplió 100 años...!

Hace unas semanas, el gobierno estaba de fiesta, La Señora Presidenta recibía delegaciones y develaba monumentos ¡Qué rico saber que en Chile se celebra algo!

Lamentablemente, no se celebraba el fin de la inflación, la baja del desempleo o una solución mágica para el problema del TranSantiago. No señores, se celebraba un centenario. El cumpleaños numero 100 de Salvador Isabelino Allende Gossens. ¡Feliz cumpleaños Chicho! Los que creemos en la vida eterna te sabemos celebrándolo en alguna parte. ¿Dónde? Solo D-s y tú lo saben.

No voy a malgastar estas páginas discutiendo meritos y falencias de un gobierno que viví en carne propia. Lo que me pareció prodigioso fue como La Presidenta y su corte celebraba con las caras llenas de risa, cuando usualmente le conocemos expresiones sombrías y amurradas.

Me pareció prodigioso que Mi Gorda Bella tuviese tiempo y paciencia para dedicarlo a estas ceremonias cuando el país gime por un minuto de su atención. Es como su defensa de las ballenas. Conste que me importa mucho la existencia de los cetáceos, pero me parece ilógico hacer tanto alarde por la protección de una especie foránea cuando no tuvo tiempo para organizar la evacuación de los animalitos "chilensis” que quedaron amarrados y expuestos a la inanición y a la furia de la naturaleza en Chaitén.

A la Dra. Bachelet y a su gente le importan más las ballenas y los cumpleaños de los muertos que los vivos que día a día sufren, sea por deudas, hambre, por enfermedad, por el crimen o por el mal transporte.

En estos días en que se recordaba a quien una vez escogió una salida fácil antes que enfrentar el Estadio Nacional, Villa Grimaldi, La Isla Dawson o el exilio como tuvieron que hacerlo muchos de los que creyeron en el, los Neo-Nazis marcharon por Santiago. En el camino se encontrarón con unos Anti-Fascistas (que quizás regresaban del cumpleaños del Chicho) y, haciendo hincapié en ese amor que nos tenemos los chilenos, se agarraron de las mechas.

La Intendenta de Santiago vino corriendo a decir que ella no había dado permiso para tal marcha. ¿De cuando acá en Chile se pide permiso para protestar? Aquí protestamos todos, que nos hagan caso es otra cosa. ¿Acaso los gobiernos de la Concertación no se esmeran en decirnos que la “cultura de la protesta” es parte de la democracia?

Democracia. En democracia se eligió al Chicho y en democracia los chilenos protestan. En Chile, los cabros chicos marchan y rompen la vía pública, los profesores abandonan las aulas y los enfermeros los hospitales para protestar, y los camioneros se van a paro.
Esto último alarmó a elementos antiguos de la Concertación que de pronto tuvieron un momento de “Deja Vu”. Si hay marchas de Ollas Vacías al otro lado de la frontera, pronto tendremos cacerolazos aquí. Y que los camioneros se paren nos devuelve al ’72, año en que gobernaba el festejado. Se recuerda el viejo mito de que en 1972 a los camioneros los mantenía la CIA.

¿Pasará lo mismo hoy? No creo. A la CIA le importa más encontrar a Osama o neutralizar al Chavo de Venezuela. En Chile, no los necesitamos. Nos podemos auto-cagar solitos, y lo hacemos cada vez que vamos a las urnas.

Es peligroso recordar a Allende en días de cólera, días de protesta, días de descontento social, días de olla vacías. Quizás se despierte algo con tanto recuerdo. Quizás el reloj despertador despierte a la Derecha de su eterna siesta o a las autoridades de su larga “caña” o recuerde a la Democracia Cristiana que es “cristiana”. O despierte fuerzas más peligrosas que, como el volcán de Chaitén, creíamos muertas. Nada está realmente muerto en Chile, ni el Chicho al que se le resucita para celebrarle sus 100 años.

viernes, 4 de julio de 2008

A caballo entre dos siglos

Estar a caballo entre el siglo XX y el XXI es una gran tragedia. Algo que deberia ocurrirles sólo a los muy viejos, los que ya ni piensan en ser parte del mundo, o a los muy chicos, llenos de energia para abrazar el futuro.

A caballo entre siglos es un drama para una cuarentona como yo, que además es una enamorada del pasado histórico, incluso el ajeno. Un drama para la que vive en este siglo que recién comienza, pero que ya se caracteriza por una deformación o un franco rechazo de lo histórico y de lo tradicional. Para los en mi caso es más aguda la cognición del cambio, la perdida del lenguaje y la transformación cultural. Mucho más cuando me ha tocado vivir en la era del Internet que sirve de tribuna para todas las opiniones e ideas, por aberrantes que sean.

Es así que aunque en línea proliferen los sitios del estudio de la historia, la percepción de esta disciplina, al igual que la alteración de la memoria y del análisis, está teñida de verdades “alternativas” y “relativas”, adjetivos que acompañan toda idea moderna, aun los conceptos de Bien y el Mal.

La paradoja es que estas verdades por muy relativas que sean, son presentadas como “absolutas” en base al hecho de que generalmente van acompañadas de información que mas parece calumnia y que se mete en el cerebro con el método más agresivo posible. Lo que en Chile se conoce como “tirar la caballería encima”, ya que hoy en día el único argumento viable es “ad baculum”, con garrote en mano, o con bastón como el Dr. House.

Para el navegador inocente, el internarse en el universo internauta es subir por la Torre de Babel. Termina confundido ante la inmensidad e ilegibilidad de ideas que aparentan ser universales pero que en realidad nacen de tabúes individuales y neurosis personales disfrazadas de un termino “erzats “llamado “sensibilidad moderna”. No sólo es artificial la combinación sino que es ilógica en un tiempo en que reina la insensibilidad.

Voy a darles un nimio ejemplo conectado con la literatura y la percepción del pasado. La industria editorial e inclusive el arte de escribir han sido transformados por el Internet. Se publican obras en ediciones electrónicas, y el escritor bloguea y dialoga con su público. Ha surgido todo un nuevo set de reglas y censuras que gobiernan la industria y que nace de la opinión del público, como si éste fuese una masa homogénea. Se cree poder adivinar que le gusta a la gente leer, prestando oídos a las ideas que un puñado de internautas somete a foros, o responde en blogs. Por ejemplo, se cree que la novela histórica debe someterse a las susceptibilidades y preceptos de cuatro lauchas que exponen su opinión en línea.

Hace doscientos años era perfectamente respetable ser dueño de esclavos o dedicarse a la caza de ballenas. Hace 100 años, el matrimonio entre primos, e incluso entre tío y sobrina, era aceptado en la mayor parte del mundo sin vérsele con repugnancia o denominársele "incesto”. Hace 50 años, no era raro que una mujer se casase antes de los 18 años y aunque lo hiciese con un hombre mucho mayor no causaba escándalo. Hace 20 años se podían escribir novelas sobre todo lo dicho, situándolo en su contexto histórico, sin herir “sensibilidades” ni crear la impresión de que se promocionaban las prácticas descritas en la ficción. Hoy, es muy difícil que una editorial acepte una novela histórica debut que describa estas practicas, pero no incluya una censura moral muy adecuada para nuestra época, pero risible en tiempos remotos.

Quizás sea un mal ejemplo, pero es el más cercano a mi experiencia de novelista fracasada. Con lo dicho, no vayan a creer que odio el Internet. No estaría navegando ni blogueando si lo hiciera. Como millones alrededor del mundo he caído en la trampa de la bien llamada “diosa” Red. El Internet es como la morfina: comienza ayudando, nos hace adictos y termina por enloquecernos. La única solución es someterla a nuestras necesidades. De ahí nace este blog.