lunes, 16 de septiembre de 2013

Ricardo Lagos bajo la lupa de Víctor Farías




            Decir Víctor Farías es hablar de controversia. La que ha causado la mala costumbre del filosofo/historiador de sacar verdades al sol. Él fue quien se atrevió a desenmascarar el mito de Salvador Allende y de hablar de lo que “no se habla” en su libro Los Nazis en Chile. Ahora en Ricardo Lagos y el Chile Nuevo, el Profesor Farías arremete contra alguien que en el presente sigue activo y muy vivo.

            Generalmente me salto los prólogos o los leo a la carrera, sobre todo si el libro es corto como lo es Ricardo Lagos y el Chile Nuevo, pero esta es una introducción imperdible. Ahí, el Profesor Farias nos revela las intenciones tras su obra.  La primera es exponer la evolución del pensamiento del ex-gobernante desde los días en que Ricardo Froilán era un académico y marxista convencido hasta su etapa actual y posterior a su periodo presidencial.

            Esta evolución  en Chile  la tildaríamos de “cambio de chaqueta” o “vuelta de carnero. Se trata de un fenómeno común en muchos políticos de la antigua izquierda chilena y que fueron conocidos con el retorno de la democracia como los “Renovados.” ¿Por qué entonces Víctor Farias eligió al ex mandatario como objeto de estudio? El nos lo dice en el prólogo “Lagos es sin duda, el único político realmente importante de la centro-izquierda chilena"(Farías, p.9). Con esto, el historiador nos recuerda que la Concertación no ha brindado figuras políticas de peso. Los dos presidentes democratacristianos (Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle) carecen de una ideología, y menos la tiene la socialista Michelle Bachelet.

Cinco presidentes de Chile (es.wikipedia.org)


            Es de esta la “ideología lagunera”la que nos habla el libro, porque en ella se encierra la esencia de la tragicomedia marxista de antaño que hoy pareciera repetirse. Así lo entiende el autor al expresar que el segundo propósito de este libro es “despertar la atención ante la reaparición actual amenazadora de esos mismos síntomas en la sociedad chilena contemporánea” (Farías, p. 14)  Con esa cita se nos recuerda lo que tantas veces este blog ha profetizado: nuestro pasado es espejo de nuestro presente, y si no lo evitamos a tiempo, también será espejo de nuestro futuro.

            Hoy nos sorprende e incomoda, ver jóvenes que ni soñaban con nacer en la era de Allende, salir a la calle exigiendo desaforadamente la necesidad de retomar el proyecto tronchado de la Unidad Popular, como si en los días del oscurantismo “upeliento” en Chile amarráramos los chanchos con longaniza. El problema es que, y lo dice Don Víctor, las generaciones posteriores a la muerte de Allende han aprendido historia gracias a archivos de prensa, a imágenes descontextuadas, a mitos pre-fabricados por el mundo mediático.

Pocos historiadores se acercan a la verdadera autoridad que se oculta en documentos públicos. En cambio, Víctor Farias se apoya exclusivamente en fuentes primarias, rescatando toda palabra escrita y pensamiento de Ricardo Lagos, desde artículos, ensayos, libros, tesis de pregrado y Doctorado;  hasta llegar a entrevistas para darnos una visión amplia, de un político de la envergadura del ex gobernante,  a través de su obra.

            El libro está dividido en dos partes “La Edad del Corazón” y “La Edad de la Razón”. La primera es la etapa pública inicial de Ricardo Lagos, cuando era un marxista furibundo, la segunda es ya a mediados de los  Ochentas cuando vira sutilmente de postura, se distancia de lo que un día abrazara, y se adhiere a posiciones que un día observara con el más profundo rechazo.

Lagos en 1971, cuando era Secretario de la Universidad de Chile (Flickr.com)


            El Profesor Farías inicia la historia intelectual de su personaje en 1971, año clave del gobierno de Salvador Allende, en el que la Unidad Popular perdió su oportunidad de convertir a Chile en lo que su utopía marxista deseaba. Ese año, Lagos, entonces docente y secretario general de la Universidad de Chile publica Para el Chile nuevo, Universidad Nueva ¡Ahora!, en colaboración con Eduardo Novoa Monreal. Esta proclama, publicada por una editorial cubana avecindada en Chile, expresa la intención de expropiar la educación universitaria y ponerla al servicio de la causa marxista. Es el manifiesto de lo que la Unidad Popular quiere hacer con la educación.

            El texto nace en un marco de extrema violencia estudiantil que Farias nos recuerda puntualmente. Olvídense de “Ley Hinzpeter” o cabros chicos llorando porque los mojó el guanaco. Hablamos de enfrentamientos que cobran heridos y muertos en una espiral que pareciera conducir a algo peor.

            Las fuerzas que arremeten contra el estudiantado no son ni militares, ni la CIA, ni elementos “reaccionarios” de la Derecha oligarca, aunque para los comunistas puedan calificarse como tales los gremialistas y estudiantes democratacristianos apedreados por  La Ramona Parra en una batalla que termina con 20 heridos, el 16 de noviembre de 1971. El 22 de noviembre, los manifestantes de la UP hieren de gravedad a cuatro estudiantes de la Pontificia Universidad Católica. El 29 de diciembre un saldo de dos heridos deja un violento incidente en la Universidad de Chile. La violencia estudiantil precedía al gobierno de Allende, puesto que el mirista Arnoldo Ríos fue baleado en 1970 en la Universidad de Concepción en una disputa entre elementos del MIR y comunistas. Eso, para quienes hoy creen que en ese entonces las fuerzas de la Izquierda estaban unidas bajo la misma bandera roja.

La Ramona Parra no solo sabía dibujar en las paredes (wikipedia.org)


            Es a la luz de este recuento de daños que se puede entender la socarronería con la que Ricardo Lagos Escobar, décadas más tarde y ya convertido en presidente de Chile, hablara que debíamos familiarizarnos con la “cultura de protesta”. Eso en los albores de la Revolución Pinguina, que a veces olvidamos inició durante su mandato. Por eso vale recordar que Lagos vivió y promovió el concepto de una lucha armada estudiantil como único medio para reformar la educación en Chile. Hoy vemos a sus herederos poner en práctica las teorías tan amadas por la izquierda durante su Edad del Corazón.

            En páginas subsiguientes, el libro revisa otros escritos, incluyendo su tesis de doctorado, que la defendiera en la Universidad de Duke (EE.UU), en los que Ricardo Lagos esboza su doctrina económica. Básicamente esa teoría comienza con un reconocimiento de los grupos económicos que manejan a Chile (incluyendo todos los bancos del país) y un llamado de eliminación a punta de expropiación del sector privado empresarial. El cual será adoptado posteriormente por el programa de gobierno de la Unidad Popular, permitiendo una oleada de expropiaciones, que llevaran a la paralización económica y productiva del país.

            Vehemente y elocuente es la fustigación lagunera contra los consorcios que dominan la economía chilena, pero como señala el autor hay una fisura en la coherencia de Lagos. Ese llamado a que la “revolución marxista” destruya completamente a la burguesía financiera parece desconocer el hecho de que el mismísimo Compañero Allende es miembro de una de ellas. En efecto, el ex presidente fue accionista y director entre  1952 a 1958 de "Pelegrino Cariola. S.A.C." ¿Pero no lo vemos hoy en día? Las grandes figuras del Socialismo o “Progresismo” de  la boca para afuera critican a la oligarquía empresarial, cuando ellos mismos lucran a través de ella.

            De ahí, el libro salta una década para caer a  mediados de los Ochentas. Tras un cómodo exilio en Estados Unidos (país que había sido blanco de sus criticas), Ricardo Lagos regresó a Chile a encabezar la oposición al Gobierno Militar. Seguía publicando ensayos en los que hablaba de “años de oscurantismo” y criticaba el modelo económico neoliberal que había adoptado el régimen del General Pinochet. Pero Farias ya comienza a notar detalles de lo que llama la “transformación” de Lagos.

En su Herencia neo-liberal y estrategia económica, publicada en Madrid en 1983, Lagos parece renunciar a su ferviente visión de reformas universitarias y lo cita Don Víctor “Los temas que estaban en el centro del proceso de reforma, tienen poco que ver con la preocupación esencial del universitario de hoy en día.” (Farías, pág. 72) En el mismo ensayo, Lagos expresa aprecio por los “valores permanentes “de la institución universitaria, él que fuera arquitecto de un proyecto para destruir esos valores.

            Pero el gran cambio de Ricardo Froilán tiene lugar en 1986, el año del atentado contra la comitiva presidencial del general Augusto Pinochet (5 uniformados muertos y 11 heridos, reconocidos por el “Informe Rettig”) y el descubrimiento de los arsenales de Carrizal Bajo en la III Región. A raíz de esos hechos,  varios líderes de la oposición son detenidos, entre ellos Ricardo Lagos.



Será después de su encarcelamiento que Lagos adopte una distancia con la lucha armada marxista y hable de “modos civilizados” con los que se pueden alcanzar los objetivos izquierdistas. Incluso, él tan anti-gringo comienza a admirar al “Imperio” como lo llamara el difunto Chávez y, en el colmo del descaro, acusa al Gobierno Militar de alejarse de los gobierno Estados Unidos.”Que ha sido nuestro principal interlocutor en el extranjero” (Farías, p. 96)

Lagos y Condoleeza Rice : afianzando buenas relaciones con El Imperio (wikipedia.org)

            Ahí nace este nuevo Lagos que cree más en resquicios legales que en atentados militaristas. Un Lagos aburguesado que después de hablar pestes sobre el economía de mercado implantada por los Chicago Boys, optará  por ese modelo neoliberal, perfeccionándolo durante su gobierno, hasta concluir en los famosos Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados durante su mandato (2000-2006), con diversos países del orbe.

            Este es el Lagos de la Transición que sabe moderar y modificar su discurso político para llegar a su meta: El Palacio de La Moneda. De esta manera se convierte en una admirada figura pública; (y dicho en buen chileno) pese a todos los “condoros” como fueron el Transantiago,  y otros que bien nos recuerda el Profesor Farias en este texto escrito con el profesionalismo, refinamiento, y amenidad que caracteriza la prosa del historiador. Aunada a esas virtudes, está la imparcialidad del Profesor Farias que no teme reconocer logros de Lagos tales como su apoyo para  difundir la música docta en los jóvenes a lo largo de Chile,  y la valentía del presidente al negarse a apoyar la invasión estadounidense de Irak.

(udel.edu)


Antes de terminar, que no les quiero contar todo el libro, detengámonos en el titulo. ¿Cuál es ese Chile Nuevo? ¿El que pretendía implantar Lagos en el clímax de la UP, el que implantó durante su mandato en base de un modelo económico “pinochetista” o el que busca sembrar la “Nueva Mayoría” y hoy vemos cada vez más cercano gracias a intentos de regresar a los mismos errores de la era de Allende? Porque si algo nos deja esta obra es la certeza de que todo ha sido un sorprendente circulo vicioso.

            Mi conclusión al cerrar el libro es que Ricardo Lagos más que protagonista es un punto de referencia, un símbolo de una manera de pensar que en vez de evolucionar ha adoptado un disfraz de oveja,  y sigue entre nosotros empollando aviesos objetivos. Hoy en día, los revolucionarios de  antaño andan de cuello y corbata del brazo de figurones del sector burgués, pero en la oscuridad siguen manejando los hilos de futuras generaciones que puedan servir de  carne de cañón en su lucha vandálica por cambiar  el mundo y hacerlo a la pinta de ellos. Ojala esos ingenuos que dejan que los manipulen, leyeran este libro y entendieran.

Ricardo Lagos y el Chile Nuevo, publicado por la editorial Maye,  ya puede ser adquirido en la Librería Antártica y La Feria Chilena del Libro. Aconsejo la lectura de una obra que además de ser un libro de historia,  es un claro recordatorio que ciertos peligros, como los gérmenes, mutan y se hacen más fuertes.


2 comentarios:

Jose Cornejo dijo...

Violante:
Esta vez Farías le ha dado medio a medio (un bullseye como se diría en inglés) precisamente a uno de los otrora "revolucionarios" que con el paso del tiempo se aburguesó y prefirió entenderse con 3 que con 100 para poder llenarse los bolsillos. el mismo que junto con la gordis han agrandado los oligopolios y han lucrado como los burgueses que decían detestar.

Farías ha dado en el clavo con esta radiografía a uno de los "clásicos referentes" del actual zurderío carroñero.

Violante Cabral dijo...

Hola José. Ricardo Lagos es nada más que un exponente de estos señores que se dan la gran vida de burgueses, mantienen discursos "moderados" y protegen e impulsan a extremistas. El Profesor Farías, como siempre, nos golpea con verdades que muchos se niegan a aceptar.