domingo, 13 de febrero de 2011

A merced de las fuerzas telúricas: Sobresaltos a la chilena


El viernes volvió a terremotear en Chile. Grado 6.8 en Concepción. Aquí en Viña tiembla a cada rato. Más encima, el clima chileno este verano está patas p’arriba. Como si fuera poco, tenemos problemas de suministro eléctrico con cortes de luz y alzas y bajas de voltaje que han dejado a Felipe Camiroaga sin casa.
Camiroaga ante las ruinas de su casa. La Tercera


Que no nos hablen del apocalipsis, porque en Chile ya se siente que la naturaleza está en contra de nosotros.
No se han puesto de acuerdo  de si el terremoto del viernes fue la “gran réplica” que se esperaba desde el mega sismo de febrero del 2010, o es una alerta de otro súper terremoto. El temblor, que por suerte no tuvo victimas ni daños, se sintió en Viña levemente. Yo noté que mi monitor bailaba, pero mi Nana que se encontraba en el Hospital Van Buren, en Valparaíso, dice que todo el piso se movía. Mi mamá me llamó alterada y me dijo que brujos y geólogos predecían que iba a temblar fuerte en el resto del país. Será, somos un país sísmico, es cuestión de estar preparados. Tener linternas con pilas nuevas, agua para tomar y llenar el tanque del WC, y comida que no necesita ni ser cocinada ni ser refrigerada.
Despues del sismo en Conce


De lo que nadie nos alertó fue que el clima en Chile iba a modificarse de manera total este verano. En mis años en USA, harta de vivir tormentas tropicales en la temporada veraniega, recordaba con nostalgia el clima viñamarino marcado por veranos cálidos y secos, donde las lluvias cesaban en septiembre y no volvían hasta marzo. Desde que llegué el ’96, he notado que los meses de calor son más escasos y que suele llover hasta noviembre. Pero el miércoles pasado, el cambio climático se desmandó.

Como el Desmond de Lost, yo vivo atada a mi PC. Por motivos de trabajo, solo los cortes de luz me sacan de mi puesto, pero de pronto  como a las 5pm del miércoles, sentí un ruido  de cañonazos. Como no era ni 21d e mayo ni 18 de septiembre, me paré a ver por la ventana  que pasaba. Ahí sentí un segundo cañonazo al que los perros de los vecinos respondieron con airados ladridos.  Mi Nana, que es medio sorda, llegó corriendo a preguntar si eran truenos.

En eso vino el tercero acompañado de relámpagos y un rayo que pasó por la antena parabólica en mi techo (espero que esto signifique que podrá servir de pararrayos). Ahí me di cuenta aterrorizada (les tengo pánico) que presenciaba un fenómeno muy común en Usa, pero impensable en un verano chileno, una tormenta eléctrica seca. Por suerte, pronto se convirtió en tormenta “mojada”  y cayó lluvia fuertísima. Me imagino como habrá agarrado a los bañistas en la playa. Este extraño fenómeno meteorológico no se limitó a Valparaíso, tuvo lugar en varias zonas del país.

Los periodistas, como siempre, andan en la luna. Unos la describieron como una “vaguada”. Oye, las vaguadas no vienen con rayos y centellas. El mismo Sergio Erazo, meteorólogo de la UCV, ha calificado el hecho en El Mercurio como “excepcional. No debería presentarse más”.

Lluvia en Viña. Javiera Ziller. La Nación
El Mercurio dijo que la lluvia “duró 10 minutos”. En su casa, seguro. Aquí en Recreo fue casi una hora, y al final se combinó con sol, por lo que estuve mirando a ver si aparecía un arcoíris.  ¿Y cómo una vaguada de 10 minutos iba a causar cortes de suministro como los que vivieron en Achupallas y Gómez Carreño? Pero el clima está realmente excepcional. Tenemos aquí en Viña episodios de vientos fuertísimos (uno casi me desgaja la parabólica), poco comunes en el verano. En el Sur, donde usualmente las temperaturas suelen ser más bajas, las temporeras se están desmayando del calor. Y una amiga me llamó desde Iquique, donde el clima es extremadamente caluroso, y me dijo que estaban viviendo una inusual ola de frio. ¿Le vamos a tener que hacer caso a Al Gore?

La cuestión es que tuvimos truenos el miércoles, el jueves después de mediodía nos agarró un temblor grado cuatro, escala de Mercalli (V de Richter), y el viernes hubo un terremoto al Sur. ¿Ahora qué viene? Más encima la semana pasada tuvimos apagón semi nacional (desde Antofagasta hasta la Araucanía) de madrugada. Como soy quemadita, justo estaba insomne, por suerte en Villa Alemana tampoco había luz así que estuvimos hablando por teléfono con mi mamá hasta que volvió la corriente.

El apagón suscitó varias declaraciones del Ministro Golborne. Básicamente, el problema es que estamos en sequía. Desde que llegué a Chile que se quejan que no llueve, y eso que el año pasado tuvimos mega temporal de lluvia en el invierno. Dicen que también deberíamos buscar fuentes de energía alternativa. Eso también lo vengo oyendo desde hace 15 años. Dicen que el gobierno necesita de excusas para instalar centrales nucleares. Dicen, dicen…

Golborne ha dicho que las medidas que se van a tomar varían desde alzas en las cuentas de electricidad hasta bajas de voltaje. El último recurso serían los  racionamientos parciales, que yo prefiero, puesto que uno está avisado y se prepara física y mentalmente a estar un par de horas sin luz. Por otro lado, las alzas de precio son injustas. Ya pagamos mucho, todos somos esclavos de la electricidad, y las reducciones de voltaje afectan a los artefactos eléctricos.

Lo cierto es que mi casa que recibe suministro de CONAFE no de CHILQUNTA, viene experimentando vaivenes de voltaje que, en cuatro ocasiones desde Año Nuevo, han hecho “saltar los tapones”. Por suerte, el diferencial que instalé interrumpe inmediatamente el suministro de electricidad, evitando un peligroso cortocircuito. Pero es exasperante estar siempre a la espera de estos cambios que pueden afectar los aparatos eléctricos (aunque la mayoría los tengo enchufados en protectores de corriente que apago antes de volver a dar la luz, para evitar el golpe de corriente). 

En CONAFE se hacen los de las chacras. “El problema es suyo. Seguro, tiene un artefacto que provoca los cortes” Sólo que el técnico que vino a revisar me dijo que si había un artefacto dañado(como me ocurrió con la lavadora hace un año), los tapones saltarían cada vez que usara ese aparato y no cada doce días como está ocurriendo.

Mi mayor temor, aparte que se me eche a perder el refrigerador, es que eventualmente ni el diferencial pueda evitar un corto circuito que ya se vio con el caso del hogar de Camiroaga, puede tener funestas consecuencias. Para nuestros lectores fuera de Chile, Felipe Camiroaga es un reconocido conductor de televisión. Tiene una casa en Chicureo. Yo no sé como estará el suministro eléctrico en Colina, pero como no vive gente pobre en Chicureo una esperaría que el servicio fuera óptimo.
Felipe Camiroaga

Pues las famosas lluvias que han afectado también esa área cercana a Santiago, provocaron un apagón en casa de Camiroaga. El retorno  la electricidad con un voltaje elevado causó el consabido cortocircuito. La casa (hecha entera de madera) ardió hasta quedar convertida en cenizas.  Si eso le pasa a un millonario como Camiroaga, ¿Qué nos espera a nosotros pobres mortales?

Los bomberos intentan apagar el incendio de la casa de Camiroaga

4 comentarios:

Heitai dijo...

Jeje.. no se preocupe, la culpa es de la Niña... y estos extraños fenómenos, no son extraños, solo poco frecuentes, tenemos mala memoria y nada nuevo hay bajo el sol, salvo lo que se ha olvidado... recuerdo que si se leen las crónicas de los tiempos de la conquista, pues el clima no era para nada dócil, con nevadas donde hoy no se creería. Y en cuanto a los temblores, me remito a la estadística... en la zona central solo hay terremotos cada 30 años como promedio... y mientras más grande, más tiempo pasa.

Violante Cabral dijo...

Tembló hace un rato y me desperté. Odio citar a Fidel, pero hace poco dijo algo así como que siempre ha habido guerras y revoluciones, siempre ha habido hambrunas, siempre han habido crisis financieras. La diferencia es que ahora todas esas desdichas ocurren simultáneamente. Lo mismo pasa aquí. Obvio que siempre tiembla en alguna parte del país, pero yo que he vivido medio siglo, he pasado dos terremotos del libro Guinness, uno cuando tenia 11 meses y otro a los 50. Deduzco estadísticamente que grandes catástrofes (viví otros dos terremotos más antes de cumplir catorce, y ustedes pasaron uno grandote mientras yo estaba fuera) tienen que pasar solo un par de veces en cada siglo. Pero ahora todos los días pasa algo inesperado y no son cosas buenas. Que si el clima, que si tiembla, que si la luz, que si la porcina, que si un temporal, que si un volcán, ni para que decir de los problemas económicos en este país que se ufana de no sufrirlos.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Lo que traté de explicar en Revista Júpiter, es que los seres humanos estamos acostumbrados a las regularidades de la naturaleza. Los norteamericanos están acostumbrados a grandes nevazones, según la región, o huracanes, o tornados. Si por ejemplo, si nos apareciese un tornado en Casa Blanca en dirección a Viña, lo encontraríamos extraño, fuera de lugar. Y tú describes muy bien el clima viñamarino de antes. Quizás, poco a poco, nos estemos volviendo tropical.No se trata de clima perfecto, sino de distinguir entre una y otra estación. Aunque Heitai dija que es La Niña, igual a los seres humanos los descoloca.

Antes no habían climatólogos, ni meteórologos, sino que la agricultura se basaba en la astronomía. Los seres humanos en distantas partes del planeta, descubrieron regularidades. Y a eso, le llamaron estaciones.

Violante Cabral dijo...

Todo eso es cierto, pero si combinas inseguridades ecónomicas y politicas con un mal clima, y fuerzas telúricas, la gente se pone más nerviosa. En América Latina, ya se sabe que lo telúrico marca nuestro caracter y nuestra historia.