lunes, 25 de agosto de 2008

Sobre pueblos elegidos


Conozco gente, que sin ser judíos, no soporta a los alemanes. Me parece una exageración. He conocido alemanes muy decentes, y he conocido antisemitas y neo-nazis de diferentes colores y nacionalidades. Mi abuelo paterno, que no era judío, estuvo en el ejército belga durante la Primera Guerra Mundial, y detestaba a los alemanes. No es de sorprender. El ejercito del Káiser (que no tenia la excusa de estar dirigido por los Nazis) masacró a la población civil belga. Quizás sea inherente en el espíritu teutónico (a juzgar por el cuento de Alexander Nevsky, contado por Eisenstein) andar exterminando gente inocente.

Pero esperen, ¿acaso los españoles, que no son germanos, no dejaron la escoba en América Latina, con sus abusos en contra de la población nativa? ¿Y los romanos no se portaron igualmente brutales con los galos, celtiberos, judíos y la reina Boudicca? Imagínense que fueron ellos quienes introdujeron en Judea la costumbre de andar crucificando gente. Fuchi! Antes, los judíos ejecutaban a sus delincuentes a piedrazo limpio, como lo siguen haciendo, en el presente, sus hermanos semitas con las señoras que se pintan las uñas. Entre nos, yo prefiero morir de un peñascazo que colgada por días en una cruz, sofocándome lentamente como murieron Jesús, El Buen Ladrón y Espartaco.

No hay pueblo elegido para ser más brutal que otro, como no hay pueblo elegido para ser antisemita ni anti-nada. Son las circunstancias históricas las que colocan al individuo en ciertas situaciones donde debe decidir. Siempre tenemos más de una opción, aunque la seleccionemos a regañadientes o presionados de manera brutal como Meryl Streep, en Sophie´s Choice. Por lo tanto no somos distinguidos por algun capricho divino para hacer el bien o el mal. Lo decidimos nosotros como elegimos votar por gente deleznable o apoyar movimientos nefastos.

No es que me esté volviendo tolerante u objetiva. Hasvah-Ha-Lilah! Simplemente, no creo en pueblos verdugos, ni en que haya gente predestinada a la infamia por ser hijos de simios y chanchos, como les enseñan a los pequeñitos árabes que somos los judíos. ¿De quien serán hijos ellos entonces? Si mal no recuerdo, tenemos el mismo árbol genealógico.

En mi estimable escuela judía se me explicó que uno tiene libre albedrío para optar por el camino del bien o el del mal, pero D-s también tiene esa misma libertad para juzgarnos y muchas veces es magnánimo, ya que tiene en cuenta todas las circunstancias atenuantes. Pero como los días de profetas y sumos sacerdotes parlanchines que hablaban con Tata D-s ya pasaron, nadie sabe con certeza que es lo que El considera “circunstancias atenuantes”. Por eso es que no hay raza ni nación eximida del castigo celestial. Ni el así apodado “Pueblo Elegido”.

Tengo un amigo, muy querido, que para joderme dice que los judíos poseemos “palabras secretas” que nos permiten “acaparar riquezas”. Yo que le debo a cada santo (y a cada casa comercial) una vela, me gustaría conocer esas arcanas locuciones, pero es cierto que los judíos poseemos un par de secretos, uno de los cuales estoy a punto de revelarles. No somos el Pueblo Elegido. D-s jamás nos eligió. Al contrario, nosotros lo elegimos a El. Escuchen la historia…

Antes que todo, antes que el hombre y su universo, existió la Torah, el compendio de leyes, reglas y mandamientos que es la base del Judaísmo (y del Cristianismo y el Islam, aunque no les gusté).Cuando ya el genero humano había evolucionado hasta fragmentarse en diferentes pueblos, D-s partió en busca de quienes fuesen dignos de recibir la divina sabiduría de la Torah. El problema era que, antes de aceptarla, cada tribu, cada reino exigía saber que era exactamente esa Torah y que encerraba.

Así es que D-s se vio condenado a ir de continente en continente arrastrando la Torah como Tevye arrastraba su carreta lechera en El violinista sobre el tejado. Cuando ya se daba por vencido, harto de la desconfianza y regodeo de la raza humana que le miraba los dientes a caballo regalado, se encontró a los hebreos. El nos muestra la Torah y nosotros que décimos “Naaseh Ve Nishmat” (haremos y luego oiremos). O sea “cumpliremos Tus mandamientos y luego nos preocuparemos de conocer su significado”.

En ese momento mismo, elegimos la Torah y pasamos a ser erróneamente conocidos como "El Pueblo Elegido”. Es una alegoría, pero como toda leyenda tiene su fondo de verdad. Lo más prodigioso es que los judío somos desconfiados y fisgones, nos gusta saberlo todo--hurgar en la psiquis como Freud o en los misterios del Universo como Einstein—pero por una vez escogimos la acción antes que la razón, la fe antes que nuestra curiosidad científica.

2 comentarios:

patagon dijo...

de vuelta de visitar al ministro portales, pase echar una ojeada.ME GUSTO VOLVERE MAS SEGUIDO.
GRACIAS , PERMISO .
hasta pronto, llevo premura

Violante Cabral dijo...

Cualquier amigo de Ministro Portales es más que bienvenido en este blog gatuno. Te esperamos