Siguiendo con el tema de la imagen, y dejando a un lado a Israel que ya está claro que para el mundo es una nación de ogros come-niños, la idea de los judíos en el imaginario occidental sigue siendo tan negativa como en la era pre-Holocausto. Aunque no tanto como en el mundo árabe donde en el kindergarten les enseñan a los pequeños que los judíos somos producto de la cópula entre Porky Pig y la Mona Chita, y donde se hacen miniseries sobre vampiros judíos que acaparan sangre para amasar el pan ácimo de Pesaj.
En el Occidente, la visión difiere de ideología a ideología. Para la Derecha somos comunachos pornógrafos, para la Izquierda somos banqueros narigones, estafadores y hambreadores del pueblo, No se les puede culpar cuando lo primero que se les viene a la mente al mencionar al “judío” son las caras de Madoff o Mauricio Israel. Finalmente, en el mundo cristiano todavía hay muchos que nos ven como tercos deicidas incapaces de reconocer que un rabino-carpintero judío era el Mesías. Con imágenes tan perjudiciales como esas me quedo con las del mundo musulmán que al menos nos ve como villanos de comic, cruces entre el Conde Vrolok y el Hombre-Chancho que todavía asusta niños en los cerros porteños.
A pesar de que los judíos han manejado (o se les ha acusado de hacerlo) la industria del cine y de la televisión y que hemos dado al mundo millones de literatos, existe una escasez atroz de héroes judíos de ficción. En su afán por mantener, lo que sus detractores llaman, la Industria del Holocausto, se convierte a los judíos en víctimas unidimensionales, para nada gloriosas. O sino se perpetúan iconografías de vaudeville y del teatro Yiddish, muy simpáticas, pero poco heroicas. Tevye, el lechero, aunque sea un magnifico personaje, es un protagonista, no un súper héroe como lo es Ben-Hur.
Lo curioso es que Ben Hur fue escrito por un Gentil, El General Lew Wallace, que cuando no andaba persiguiendo a Billy the Kid, se entretenía componiendo la saga de un príncipe judío, contemporáneo de Jesús, que cae en desgracia, y que de esclavo de galeras pasa a ser patricio romano. Los grandes héroes judíos nacieron de la pluma de los no judíos desde el Nathan, el Sabio de Lessing hasta el Daniel Deronda de George Eliot, sin olvidar al Daniel Morton galdosiano.
En cambio, la literatura judía, aparte de los bestsellers de Leon Uris, carece de héroes. Sus protagonistas son ciudadanos medios, neuróticos y llenos de malas costumbres como el Portnoy de Philip Roth. Para que decir en el cine donde estamos humillantemente representados por émulos del Seinfeld televisivo, mediocres ególatras y caricaturescos como los héroes de Ben Stiller, Adam Sandler, y esa fauna de perdedores que pueblan los filmes de Judd Apatow. Serán muy identificables, pero no son cautivadores. No dan una imagen que enamora de héroes intrépidos y decididos que salvan a la comunidad y que hacen desmayar a las damas con su sensual apostura.
Por algo en esa fabula “apatowiana” llamada "Knocked Up", Seth Rogen hace una declaración controversial, pero memorable, de que si esa noche él y su pandilla de losers consiguen compañeras de cama será sólo porque Eric Bana anda matando terroristas en "Múnich". Resulta irónico que Spielberg en su saga del Holocausto tenga como héroe a Ozkar Schindler, un miembro del partido Nazi, pero cuando desea crear un héroe judío, éste tenga que ser un asesino. Sin embargo, es innegable que el Avner de "Múnich" tiene su sex appeal, ayudado por ese metro noventa de anatomía australo-croata de Eric Bana. Y, vamos. ¿Acaso James Bond no mata gente?
En mi entrada anterior mencionaba que los árabes tienen una tradición de héroes gallardos. Algo que permite que muchos admiren su cultura y hasta las proezas de los terroristas. ¿No tenemos los judíos una tradición épica que se equipare a las leyendas persas, a las Mil y una Noches, a los romances fronterizos o a los quehaceres de los sarracenos heroicos del Orlando, el furioso?
Pues si, puesto que la mitad de los arquetipos que gobiernan la ficción nacen de un libro judío, la Biblia. Por algo en los 50’s, en el ocaso de los grandes estudios hollywoodenses, se crearon superhéroes judíos y símbolos sexuales extraídos del libro más sagrado del universo. Así había un Gregory Peck dando vida a un rey David, más interesado en la mujer del vecino que en matar a Goliat; un Salomón con la calva de Yul Brynner que se convertía en esclavo de las caderas de la Lollobrigida, en "Salomón y la Reina de Saba;" y a Charlton Heston se lo peleaban Gene Tierney e Ivonne de Carlo en "Los 10 mandamientos". Pero hoy, en una era en que las creencias judeo-cristianas están bajo fuego, sería imposible y poco rentable dramatizar las aventuras de héroes bíblicos.
Una lástima, porque en el Talmud y en el Midrash hay kilos de superhéroes judíos. El Rabino Meier, esposo de la sin par Bruriah, que rescata doncellas de manos de tratantes de blancas; El Rabino Acha Ben Jacon que mataba dragones como Sigfrido; El Rabino Ismael, sumo sacerdote, tan sexi que la hija del gobernador romano intenta salvarlo del martirio; y el Rabino Shimon Bar Yohai que sabía más magia que Harry Potter y hasta exorcizó a una hija del César.
A través de nuestra Diáspora, los judíos hemos tenido súper héroes reales de todos los tipos: magos, mercenarios, grandes soldados y hasta piratas, pero se ha despilfarrado la oportunidad de explotar ese material épico que quizás distrajese a la opinión mundial de lo que ocurre o no ocurre en la Franja de Gaza.
Al que le parezca que ofrezco una solución simplista o frívola, vale recordarle que los niños y jóvenes, aprenden más de entretenimientos audiovisuales que de los textos escolares. Y una vía para derrotar prejuicios y crear un buen pérfil es precisamente el entretenimiento dramatizado. Por algo, el Lobby Gay, como antes el Afro-americano y el Feminista, siempre vigila las imagenes que el cine o la televisión presentan de miembros de su comunidad.
Por eso, necesitamos héroes judíos de peso, no víctimas llorosas, ni antisociales que se masturban en los rincones, ni asesinos, por bonitos que sean. Necesitamos de un Don Quijote o de un Rhett Butler circuncidados.
4 comentarios:
Yo recuerdo héroes judíos reales, los hermanos Bielski, y la película "Defiance".
http://en.wikipedia.org/wiki/Bielski_partisans
Gracias por desenterrar este post que es uno de mis más queridos, pero siempre quedó sin comentar porque en esa época no tenia publico.
Hay varias cosas que tengo que decir sobre Defiance. Primero que fue una película “atrasada”. Lamentablemente en la gran era de los filmes del Holocausto (1978-1995), se evito describir revueltas judías tanto en la guerrilla y resistencia como dentro de los campos de concentración (y de ahí nace el concepto de una industria del Holocausto que promueve imágenes de victimas).
Si te pones a pensar, en este siglo ya no se hacen grandes producciones sobre el Holocausto. Al menos Hollywood no las hace. En Europa si (El libro negro, Los falsificadores), pero ya la industria gringa no las promueve. Defiance que en los 8o’s hubiera sido todo un blockbuster, es un filme pequeño, poco llamativo, con poca promoción. Ya el tema no atrae y es una lastima porque los Bielski merecen ser recordados de mejor manera.
Hay otra razón por la que ahora se trata de ocultar la lucha armada judía en contra de los Nazis, es porque los Negacionistas insisten en que en los Lagers solo murieron” terroristas” y guerrilleros que atentaban contra los ejércitos del Reich.
Qué curioso Doña Violante, el post que más me gusta de mi blog, tampoco tiene comentarios.
No tanto por la realidad, pero si la imagen que presenta la película, se puede considerar heroica la visión de la serie de TV Masada.
Cuál es ese post? Aunque hoy el revisionismo histórico busca demificar lo ocurrido en Masada, esa miniserie que pertenece a la Tercera Edad Dorada del cine/Tv filosemita tiene una visión heroica de los judíos.
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