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Alumnos judíos de una primaria de Ferrara en uniforme de "Balilla" (1936) |
Para cuando Adolf Hitler sube al poder en Alemania, Benito Mussolini es uno de los hombres más respetados del mundo y su Italia Fascista es considerada un modelo de buen gobierno. Gandhi lo describe como un “súper hombre”, Winston Churchill confiesa "que le ha robado el corazón", Thomas Edison lo califica como “el genio más grande de la era moderna “y Franklin D. Roosevelt se refiere al Duce como ese "admirable caballero”. Nadie admira más a Mussolini que el ex Cabo Hitler, pero el Duce mira con desprecio a Alemania y sus políticas. Eso, en solo cinco años va a cambiar.
En 1933, 4,950 judíos adultos son miembros del Partido Fascista (eso descontando a los cientos de niños judíos miembros de organizaciones fascistas juveniles como Balilla y Piccole italiane) Como la comunidad judía cuenta con unos 40.00 individuos se podría decir que más del 10% de la población adulta semita italiana tiene tarjeta del Partido.
Los judíos siguen siendo parte de la cultura fascista. Ludovico Mortara es nombrado Presidente de La Corte de Apelaciones y Guido Jung fungirá como Ministro de Finanzas entre 1932 y 1934. Hasta la industria del entretenimiento fascista tiene judíos. Guido Da Verona, el escritor mas popular de Italia es, tal como su biógrafo Enzo Magri lo ha descrito, un “ebreo fascista”.
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Guido Da Verona |
Uno de los grupos más populares de la música de los 30 y 40 es El Trío Lescano, formado por las hermanas Caterina, Alessandra y Giuditta, hijas de una judía holandesa. Mussolini es un gran admirador de las cantantes. Cuando pasa por su casa, levanta el brazo y las saluda “Salve, Lescano!”. Curiosamente a pesar de ser medio judías y medio extrajeres las Lescano siguen grabando aun durante la guerra y solo vienen a ser arrestadas por la Gestapo, en 1943, tras la ocupación de Roma.
Pero volvamos atrás. ¿Cómo reacciona Mussolini a las primeras muestras de antisemitismo alemán? Antes de Hitler asumir el puesto de Canciller de Alemania, en 1932, Il Duce tiene varias entrevistas con el escritor judío alemán Emil Ludwig, quien las publicará en forma de un libro titulado Coloquios con Mussolini. En esas entrevistas Mussolini hace comentarios despectivos sobre el Nazismo y enfatiza” aquí en Italia no existe ni existirá el antisemitismo. …Nada me hará creer que una raza biológicamente pura exista hoy día...El orgullo patrio no necesita de delirios racistas”.
En 1934, un año después que Freud lo llama “El héroe de la cultura”, El Duce hace este discurso en la Feria Levantina respecto de las políticas racistas instituidas en Alemania: “Treinta siglos de historia nos permiten mirar con supremo desprecio ciertas doctrinas predicadas más allá de los Alpes por los descendentes de quienes eran analfabetos cuando Roma tenía a Virgilio, a Cesar y a Augusto”
El Duce no se queda en palabras y abre las fronteras a los refugiados de la Alemania Nazi. Tantos entran que en un artículo para The New Republic, en 1938, el novelista y antifascista Ignazio Silone dice que con el flujo extranjero la comunidad judía italiana ha alcanzado la cifra de 65,000 individuos.La relación entre Italia y Alemania no es totalmente amigable. Los Nazis acusan al Duce de practicar un “Fascismo kosher”. En 1934, tras una primera y desastrosa entrevista con el Fuhrer, Mussolini le dirá a un ayudante “no me gusta la facha de ese tipo”. En Europa, El Duce parece ser el único en darse cuenta de lo peligroso que puede ser este nuevo régimen totalitario.
Desde su llegada al poder, Hitler intenta apoderarse de Austria azuzando a los nazis austriacos. Inglaterra y Francia se hacen los lesos, pero Mussolini se convierte en el mayor defensor de a independencia austriaca. En julio del 1934, El Canciller austriaco Engelbert Dolffuss envía a su esposa e hijos a Italia a pasar unas vacaciones como invitados de Donna Ráchele Mussolini, esposa del Duce. Se espera que el Canciller se reúna con ellos pronto.

El 24 de julio, apoyados por dinero y armas alemanas, los Nazis inician un levantamiento en Viena y otras partes dela republica. Antes de ser derrotados, los Nazis asesinan a Dolffuss. Inglaterra y Francia miran asustadas el espectáculo. El Duce es el único que reacciona. Enfurecido ante la muerte de un aliado cuya familia es su invitada, manda tropas italianas a la frontera. Son esas tropas las que impiden que triunfe el alzamiento Nazi en la provincia fronteriza de Carintia. El prestigio de Mussolini aumenta como también su imagen de ser el único hombre en Europa capaz de enfrentarse a Hitler.
¿Era sincero el Duce al enfrentarse a Hitler? Si, puesto que convenía a sus interés. Por lo tanto no lo creo un defensor de los judíos, pero tampoco el antisemita solapado que quieren ver en él ciertos historiadores. El Duce fue siempre una amalgama de pragmatismo e idealismo. Un hombre practico, oportunista muy manipulador. Ahora que su régimen estaba asentado, su mayor preocupación era expandir su imperio, cumplir las promesas hechas a los irrendentistas, recobrar tierras que pertenecían a Italia y resucitar el concepto Romano del Mare Nostrum.
Para convertir el Mediterráneo en un lago italiano, Mussolini tenia que apoderarse del Norte de África. Ya tenía Somalia y Libia, pero quería más, para eso tenia que enfrentarse al colonialismo francés e inglés, y la mejor manera era soliviantar a los árabes sometidos a estas fuerzas imperialistas. Así Mussolini comienza a extender su plan primero en Egipto, que aunque reino independiente, está bajo protección” británica.
Para eso Il Duce apela al Gran Rabino de Alejandría, un livornés llamado Davide Prato, que más tarde será Gran Rabino de Roma. Interesante es esa petición porque demuestra que las comunidades árabes y judías en el Levante estaban bastante unidas en esa época. Esa armonía tenía sus días contados. Ya los países adyacentes la Palestina Británica, y por supuesto, los que viven en ese Mandato, cobraban conciencia del sionismo y el peligro que representa para ellos.
Se ha dicho que fue el sionismo una de las causas para las políticas racista del Duce. No le daría tanta importancia. En Italia, el sionismo no estaba tan extendido como en otras partes de Europa. Es por eso que se recuerda incluso por nombre a quienes harían “aliyah” antes de las leyes raciales, como son los casos de Enzo Sereni y Dan Augusto Segre.
Aunque si bien es cierto que Mussolini empeñado en convertirse en “protector” de los árabes, hará enemigos suyos a los enemigos de sus protegidos, inicialmente El Duce ve en el sionismo una excelente arma para combatir al colonialismo inglés y su influencia en el mundo islámico. En los años 20’s y 30’s, Mussolini tiene varias entrevistas con importantes figuras del sionismo como el Dr. Chaim Weizmann, y con Nahum Goldman, presidente de la Organización Judía Mundial. En su autobiografía, Goldman cita a Mussolini diciéndole: «Ustedes son mucho más fuertes que Herr Hitler. Cuando no quede rastro de Hitler, los judíos serán todavía un gran pueblo. Ustedes y nosotros. [...] Yo soy sionista, tal como le dije al Dr. Weizmann. Ustedes deben tener un país verdadero, no ese ridículo Hogar Nacional que les han ofrecido los británicos. Yo los ayudaré a crear un Estado judío”.
Mussolini favorece el sionismo de ultra derecha, al Sionismo Revisionista (antecesor del Likud) de Vladimir Jabotinsky. En 1934, se abre en Civitavecchia una academia naval para entrenar a los miembros de Betar la organización juvenil de Jabotinsky. Aunque nominalmente dirigida por el biólogo marino y secretario de Partido Fascista local Nicola Fusco, la academia que operaria hasta 1938, es manejada por el revisionista Jeremiah Halpern. De ahí egresarían muchos de los futuros oficiales de la Armada Israelí.
La "Sarah 1", buque-escuela de la Academia Maritima de Civitavecchia
1934, el año en que abre sus puertas esta academia, es también el año del incidente en Ponte Tresa. Mario Levi y Sion Segre Amar, son detenidos en esa localidad fronteriza portando literatura antifascista. Levi escapa y cruza a nado el lago hasta Suiza. Su compañero es llevado a juicio junto con su hermano Gino, un ingeniero de las fabricas de maquinas de escribir propiedad de los Hermanos Olivetti, judíos antifascistas. Levi y Segre Amar son miembros del grupo “Giustizia e Liberta” formado en Francia por los Hermanos Roselli.
A pesar de que tanto los Roselli como la mayoría de sus seguidores son judíos, no son sionistas (ni siquiera eran marxistas). Aun así la prensa italiana se esmera en presentar el caso como parte de una conspiración sionista. Por primera vez en Italia comienza crearse esta imagen de judíos anti-fascistas, internacionalistas, marxistas y sionistas. Esto obliga a muchos judíos fascistas a reaccionar públicamente declarando su rechazo al sionismo y su lealtad al Partido y a Italia. Ettore Ovazza, judío y ardiente fascista publica el periódico “La Nostra Bandiera” cuyos artículos enfatizan el patriotismo de los judíos italianos.
Al año siguiente, Mussolini comienza su campaña más agresiva de expansionismo: la conquista de Etiopia. Desde la humillante derrota que el ejército italiano sufriera a manos de los etíopes a fines del Siglo XIX, que los italianos estaban esperando esta oportunidad. Es una cuestión de honor, y por eso los judíos italianos abrazan el conflicto. Guido Jung renuncia a su puesto de Ministro de Finanzas para vestir el uniforme militar.
Un breve paréntesis para hablar de esta campaña atroz en la que morirían 30,000 etíopes, y que gana Italia a base de cometer todo tipo de atrocidades contra un pueblo pacifico y civilizado. Obvio que tanto la Sociedad de Naciones como los países occidentales debían repudiarla, pero hay tres factores que siempre me han exasperado. Otras atrocidades sometidas en esas época (e.g. las japonesas en la China) no reciben el mismo nivel de rechazo. Francia e Inglaterra, que se dan baños de pureza y apuntan con el dedo acusador a Italia han cometido similares atrocidades en sus colonias. La verdadera razón por la cual son tan rápidos en juzgar y condenar es porque temen el efecto que las políticas expansionistas del Duce tengan sobre sus imperios.
Mussolini no esperaba una reacción tan negativa por parte de la comunidad internacional y comienza ver la mano de una conspiración judía tras el repudio internacional. ¿No son judíos mayoría de los antifascistas? ¿Acaso no es la plutocracia judía la que maneja los intereses de Occidente? La activa participación de judíos en el bando republicano en la Guerra de España termina de convencerlo de que los judíos son sus enemigos. El rechazo de Inglaterra y Francia lo hace sentirse aislado e inclina la balanza a una alianza con Hitler. ¿Qué mejor muestra de su buena voluntad hacia las políticas Nazis que crear sus propias Leyes Raciales?
El antisemitismo italiano no nació de un día para otro. Existía desde antes pero era insignificante. Sin embargo, la nueva política Fascista le da tribuna a gente como Giovanni Preziozi, un ex sacerdote que desde los años 20’s dirigía un diario antifascista “La Vita italiana”. Pronto, tanto la radio como la prensa se encargande poner de moda la judeofobia. Se republican Los Protocolo de los Sabios de Sion a los que se agregan nuevos textos antisemitas como Gli ebrei italiani de Paolo Orano, publicado en 1937, una invitación a los judíos a renunciar a toda su herencia cultural y a “toda lealtad extranjera”, asimilándose completamente en el mundo fascista.
En junio 1938 sale a la luz el infame “Manifesto degli scienziati razzisti” (Manifiesto de los científicos raciales (¿??)) que afirma que la población y civilización de la Península es aria, que existe tal cosa como “una raza puramente italiana” y que los judíos no son parte de ella. ¡Este panfletucho fraudulento, en el que ni Mussolini creía, ni siquiera venia firmado! Las firmas de los famosos “científicos” aparecen unos días después. Únicamente un de ellos goza de algún prestigio, y cuatro de los firmantes son jóvenes asistentes de profesores aniversarios. Aun así el manifiesto es el predecesor y “legaliza” la implementación de las Leggi Razziale que en noviembre de ese mismo año severa de raíz toda vinculación entre judíos y Fascismo y pone término a una Italia libre de antisemitismo.
Después de la guerra, Juan Domingo Perón dirá, “Mussolini fue el hombre más grande del siglo, pero cometió errores que yo no cometeré”. No sé a que errores se refería El General pero si me preguntan, la tumba se la cavó el Duce con tres actos: la invasión de Etiopia, la Alianza con la Alemania Nazi, y las leyes raciales.