viernes, 1 de octubre de 2010

Diálogos de sordos: ¿Qué pasó con el arte de la argumentación?

Uno de los cursos más interesantes que tomé en la universidad (tan interesante que hasta me enamoré del profe) fue uno de retorica. Ahí aprendí la importancia y poder de la argumentación, sobre todo en debates y en negociaciones. Hoy se habla mucho de evitar guerras, conflictos y hasta huelgas, pero la falta de argumentos que convenzan al contrario desembocan siempre en el uso de la agresividad verbal que eventualmente llega a la física. Lo que pasa es que la gente no sabe, olvida o simplemente decide no usar argumentos validos.


La gente habla mucho de lógica y razón, pero estas palabra, como tantas, han perdido su verdadero significado en el discurso cotidiano, sea el personal o el político. Ya no se sabe como persuadir al contrario para que se vuelva uno de los nuestros, o justificar nuestras ideas. Nuestro querido presidente Piñera es el Rey del flip-flopping. Basta leer esta entrada de nuestro amigo Javier Bazán que con ejemplos, por todos conocidos, demuestra como Piñera cambia de colores según la ocasión, tal como hacía el Camaleón de Leo Marini.

Pero no es único. Los discursos de la Señora K. convencen tan poco como los de Obama que de buen orador pasó a ser el Rey de los Enredos. Ya parece Cantinflas. En cambio mandatorios matones como Chávez o Rafael Correa usan argumentos “ad hominem” y “ad baculum” disparando pedradas, insultos y escupos que le caen a los oyentes antes que a sus enemigos, que ya hace rato dejaron de escucharlos.

Y dejando atrás la política pasemos a los científicos que convencen al público con falacias, tal como el pretender que porque sepan más que el ciudadano medio, tienen la razón. La razón par embaucarlos como Stephen Hawking y sus sofismas para explicar la ausencia o ineficacia de D-s.


Anoche escuche un debate en The O’Reilly Factor que me puso la carne de gallina, porque fue un micro ejemplo de la poca importancia que se le da la argumentación veraz y lógica en nuestros tiempos. En la segunda parte de la entrevista de Bill O’Reilly a su tocayo Maher, este último declaró con gran altanería que consideraba que el 60% de los norteamericanos eran estúpidos por creer en el Arca de Noé.

Primero, me sorprendió su manejo de cifras. No sabía que tanto gringo creía en el Arca de Noé. Luego me pareció muy violento definir a tanta gente como “estúpida” solo por no concordar con las ideas propias. Es como si yo dijera que todos los chilenos que votaron por la Concertación son estúpidos. Errados si, pero ¿estúpidos? Ese es un argumento pendenciero.

O’Reilly débilmente argumentó que se habían encontrado restos de un arca en el Monte Ararat. Maher no lo escuchó. Ese es otro problema que surge durante una discusión. Estamos tan ocupados escuchándonos a nosotros mismos que no oímos al contrincante. Así ni se convence ni se puede negociar.


O’Reilly intentó explicar que lo del Arca de Noé era una “parábola”. Mal argumento. Una parábola también es una forma de convencer. Y el cuento no busca convencer a nadie. En ese caso, yo apelaría a la evidencia histórica. Muchísimas culturas (griegas, babilónicas) tienen mitos de un Diluvio Universal. Hay pruebas científicas de que hubo un cataclismo acuático en la zona mediterránea, fuera por el volcán de Santorini, o por un desborde del Mar Negro. Que Noé haya hecho un arca que flotara por sobre las aguas no es inconcebible. En el tsunami del 2004, mucha gente sobrevivió flotando sobre troncos. En el de Chiloé, del 60, un barco con marinos dentro, flotó por sóbre la ola del maremoto y llegó a tierra firme.

Tal vez lo de las especies animales pueda ser leyenda, pero en un programa de esos del Discovery o History ofrecían el argumento, un poco tirado de los pelos, pero no imposible, de que Noé no llevaba un macho y hembra de cada animal existente, sino pruebas de ADN de los mismos. Me parece más factible alegar eso que decir que el cuento de Noé sea una parábola o una estupidez.

Maher se aprovechó de la pobreza argumental de su adversario para preguntarle si “es parábola decir que si se ve a un vecino trabajando en domingo hay que matarlo”. Yo reconocí la cita y me incomodó lo mal expresada. Por empezar esta cita bíblica no pide matar al vecino y ciertamente no habla del domingo, sino del sábado. El problema es que O’Reilly, y lo evidenció su turbación, no conoce las Santas Escrituras. Buen ejemplo de que no se debe debatir sobre lo que no se sabe.

Nervioso, O’Reilly preguntó si eso aparecía en San Pablo. No, le aclaró triunfantemente Maher, “está en el Deuteronomio”. En realidad es de Éxodo y O’Reilly tuvo la delicadeza de explicar la fuente y el contexto de la cita después de la entrevista. Lástima que no lo hizo durante este soso debate.

En cambio, saco un argumento flojísimo. El como cristiano solo conoce el Nuevo Testamento. ¡Ayy, O’Reilly, por suerte Maher es tan ignorante como tú! Si alguien conoce el Antiguo Testamento, casi tan bien como los judíos, son los cristianos fundamentalistas. O’Reilly no es cristiano, es católico. Desafortunadamente, incluso en una era post Vaticano II, muchos católicos siguen mirando con recelo el Viejo Testamento y lo ignoran.

Un gran logro de Su Santidad Juan Pablo II fue impulsar los estudios bíblicos en el clero y recordar y revivir practicas judaicas que eran las bases del cristianismo. Yo, en 1992, asistí a un simulacro de Seder (la cena pascual delos judíos) en una escuela católica de NY donde estudiaba la hija de un amiga. Las monjitas me pidieron ayuda porque querían que sus alumnas tuvieran esa experiencia que era la vivida por Jesús y los apóstoles en la Ultima Cena. Pero esas prácticas no eran comunes en los días en que O’Reilly estudiaba el catecismo.



Seguro de que había ganado el debate, Maher se lanzó contra D-s al que acusó de haber escrito los textos bíblicos. Ahí O’Reilly sacó un buen argumentos. La Biblia que por siglos pasó de generación en generación por vía oral, finalmente fue escrita, no por profetas como adujo O’Reilly, sino por escribas como Ezra, y el Nuevo Testamento fue escrito por los Cuatro Evangelistas. Pero Maher no lo escuchaba y seguía repitiendo que D-s había escrito la Biblia. Triste argumento es ese de repetir y repetir la misma sandez, esperando que en un momento de la repetición coral este convenza o se vuelva verdad.

Finalmente, O’Reilly intentó exhortar a Maher de que se olvidara del Antiguo Testamento y se apegara a los Evangelios. ¿No era Jesús un tipo simpático y amable al que debía tomársele como ejemplo? Sí, concedió Maher, si Jesús viviera hoy en día seguramente implementaría un programa de salud como el de Obama. Cada loco con su tema.

¡Ayy, de milagro no le lancé un zapato a la tele! ¡Qué par de bestias ignorantes! Mi conclusión es que si no se sabe de un tema no se habla de el, si se carece de argumentos no se inicia un debate, y para que éste funcione hay que recobrar el uso de evidencias legítimas y explicaciones razonables. Ahora entiendo por qué las negociaciones de hoy en día, sean con sindicatos, mapuches montoneros o palestinos en plan de víctima, terminan siendo diálogos de sordos, donde nadie busca persuadir ni escuchar, todo lo que quieren ambos bandos es darse palos mutuamente.

5 comentarios:

Javier Bazán Aguirre dijo...

Violante:
En mis post a veces he usado la palabra 'estúpido'.

A propósito de diálogo de sordos, lee mi experiencia que tuve en la universidad y hace cinco o cuatro años:http://congresovirtualinternacional.blogspot.com/2009/09/mi-experiencia-con-el-desquicio.html

Violante Cabral dijo...

No es la palabra en si. Estoy segura de que tu la has usado con propiedad. Fue la altaneria, la condecendencia de acusar a la gente de estupida solo por creer ciertas cosas. Fue el tono mas que nada que me irritó.
No se cuanta gente en el mundo sigue creyendo que a Allende lomató el Tata, yo no creo que sean estupidos, sino smplemente mal informados.
Voy a leer tu post.

Ruy dijo...

Veo pocos debates. Los más son puro guirigall, incapaces los asistentes de guardar el turno de la palabra de cada uno. Solo salgo convencido de haber perdido el tiempo, anonadado por la carencia de argumentos sólidos y de la desfachatez con que suplen la ignorancia con insultos y mofas.
Totalmente de acuerdo: O'Reily escaso; Maher escaso y falaz argumentador del " porque sí" y del "porque yo lo digo", típico
izquierdoso.

Violante Cabral dijo...

T¿e diste cuenta de una cosa, Ruy? Maher que se las da de intelectual demostró que la Izquierda no es tan brillante como predican

Violante Cabral dijo...

Javier, gracias por tu artículo que es toda una biografía (y que ire comentando en el futuro). Respecto al Upeliento Pepedero gritón, nunca he entendido porque un argumento tiene mayor valor si se chilla en vez de expresarlo con voz normal. Al final es solo la inseguridad lo que nos hace elevar la voz.