sábado, 18 de septiembre de 2010

Django Reinhardt, Francia y los gitanos


En Sweet and Lowdown de Woody Allen, Sean Penn que interpreta a un sobrado y odioso (casi tanto como el actor) guitarrista  de los años 30’s, declara que nada más hay un músico que lo supera: “un gitano que vive en Francia”. A quien se refiere es a Django Reinhardt, el mejor guitarrista de jazz de la historia, creador del jazz manouche y, en mi humilde opinión, un músico que tocaba bajo inspiración divina. En estos días en que mucho se habla de Francia y de los gitanos lo tengo presente en mi memoria.

Jean Baptiste Reinhardt nació en Bélgica en 1910 en una familia de pura cepa sinti. Se trasladó en su infancia a Francia a vivir en un campamento cerca de Paris. Cuando tenía 18 años, la caravana donde vivía con su esposa se incendió y Django (“despierto” en dialecto romané) como lo apodaban, sufrió quemaduras pavorosas. Se recobró de ellas, pero dos dedos de su mano izquierda quedaron para siempre inutilizados. A pesar de este defecto, Django que antes del incendio ya tocaba el banjo y la guitarra, inventó un sistema de digitación que le permitía seguir tocando esos instrumentos. Se dedicó a la música profesionalmente, tocando en varios clubs de jazz parisinos y en 1934 formó el Quinteto del Hot Club de Francia junto al violinista Stephan Grappelli y otros músicos.

En el Sur de los Estados Unidos, zona rica en folklore, se dice que para ser un gran guitarrista hay que pararse de noche en un cruce de caminos hasta que aparezca el Diablo y le enseñe (En Chile hay una tradición parecida que incluye una higuera y la Noche de San Juan). Yo creo que fue un ángel quien enseñó a Django cuya música es casi mágica. Estamos hablando de un hombre que jamás aprendió a leer o escribir y nunca supo leer música.

En términos técnicos, la música de Django Reindhard es una combinación de ritmos gitanos y swing, y que tendrá una tremenda influencia no sólo en el jazz francés sino en el mundial, incluyendo el de los Estados Unidos. Django fue el único jazzista europeo que influyó (y no al revés) en el jazz gringo. Pueden notar su maestría sobrehumana y la pureza de su sonido en esta pieza de su autoría llamada “Nuages” (nubes).

En 1939, estalla la Segunda Guerra Mundial. El Quinteto está en Londres. Únicamente Django regresa a Francia donde permanecerá hasta la Liberación. Parte del enigma de su vida es su milagrosa sobrevivencia en una tierra ocupada por los alemanes que deportarán a miles de gitanos franceses a Auschwitz, Buchenwald, Mauthausen, y al campo femenino de Ravennsbruck donde las mujeres gitanas serán usadas como conejillos de indias para experimentos espantosos. Sir Martin Gilbert, en su “Atlas del Holocausto”, ofrece la cifra de 12.000 gitanos franceses exterminados por los Nazis. Django no fue uno de ellos.

Aun más extraordinario, el guitarrista trabaja abiertamente en el Paris ocupado en conocidos clubs como “La Cigale”. Se ha adjudicado la protección de Django a un alto oficial de la Lutwaffe, pero es absurdo creer que un sólo hombre pudiese proteger a tan destacada figura, cuando muchos Nazis en altos puestos no pudieron impedir arresto y muerte de parientes. Además, que el rescate de alguien marcado por los alemanes exigía clandestinidad, escondites, discreción. Todo lo que Django no hace, ya que sigue tocando para un público de oficiales alemanes que lo aplauden a rabiar. Graba discos como “Je suis Seule ce Soir” (Estoy solo esta noche) junto a Fud Candrix, el líder de la mas famosa orquesta belga de swing.

Aun más impresionante es esta pieza que he buscado por mucho tiempo que Django graba en Bruselas en abril 1942, un més después de que los Nazis han comenzado a deportar judíos y gitanos de Francia y los Países Bajos a campos de concentración. No es que Django no tuviera conciencia del peligro que corría. Intentó huir a Suiza. Fue atrapado por los alemanes ¡pero con la suerte de que el oficial a cargo de su arresto también era su admirador! La segunda vez fue retornado por las amables autoridades suizas. Aun así, Django sobrevivió la guerra, al contrario de la gran mayoría de los gitanos franceses que perecieron en el Porjamos que es el equivalente en lengua gitana al “Shoah” hebreo.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? ¿Qué los alemanes no mataban a quienes admiraban o eran muy famosos? Falso. Lo prueba la muerte en Auschwitz de conocidísimas figuras del arte alemán como el director de cine Kurt Gerron, el pianista Victor Ullman y el actor y guionista Max Ehrlich. No hay explicación más que la suerte o la intervención divina salvaron a Django del Porjamos.

En estos días se ha vuelto a hablar del Porjamos en el mundo occidental comprándolo con las expulsiones efectuadas por el gobierno de Sarkozy de familias Roma. Esa comparación es una bajeza, una muestra de ignorancia y una vejación al recuerdo delos sintis exterminados por los Nazis. Sarkozy nunca deportaría a Django.

Las deportaciones son en realidad repatriaciones de gente que vive ilegalmente en Francia y que además presenta conductas antisociales. Casi todos los países del mundo deportan extranjeros que han entrado sin seguir la reglamentación obligatoria y que además delinquen.Más encima, el gobierno francés devuelve a los gitanos a sus países pagándoles el viaje, idemnizándolos monetariamente y ni siquiera les niegan el derecho a regresar a Francia. Completamente lo contrario a las condiciones infrahumanas en que los alemanes sacaron, hace más de medio siglo, a los gitanos de Francia para llevarlos a un infierno de torturas y muerte segura.

Nuevamente, se utilizan comparaciones históricas erradas para calumniar medidas que van en contra de las agendas seglares y progresistas. Lo irónico es que Francia no es la única en expulsar gitanos delincuentes. Italia también lo ha hecho, tal como desearía hacerlo Alemania a pesar de las hipócritas declaraciones de Ángela Merkel.

Pero la retorica inflamatoria que comenzó en el Parlamento Europeo y se ha propagado a la prensa mundial nace mas de un problema puntual con la Francia de Sarkozy que por una medida que muchos desearían aplicar a elementos inmígrate peligrosos. Lamentablemente, artistas y seres valiosos como Django Reindhardt, Lola Flores o Yul Brynner no son la cara del colectivo gitano al que Europa hace rato le ha tomado miedo y fastidio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... Si hay algún pueblo que conozca a los gitanos, ese es el español. Llevamos conviviendo con ellos generaciones. Las relaciones son tensas unas veces; problemáticas otras... y estupendas las menos. Todo el mundo sabe en España que, por ejemplo, no hay mejor vecino que un gitano: en tu calle o edificio no habrá delitos. Ninguno.

Es obvio que no se integran, que no desean integrarse. Que obedecen sus propias leyes... y que son mucho más racistas que nosotros (que ningún gitano vea a una gitana con un "payo").

Pero ningún español pediría su expulsión; reagrupamiento... o traslado.

Pero la inmigración es diferente: un inmigrante acepta implícitamente un pacto de honor con su país de acogida: viene a formar parte de un equipo. Con lealtad. Viene a integrarse; a llevar a sus hijos a la escuela: a no permitir que su familia mendigue o delinca. Viene a mejorar su vida pero respetando la de aquellos que le acogen. Es, como mínimo, algo de buena educación. Dice un antiguo refrán español que: "Es de bien nacido ser agradecido".

Lo que no es aceptable, por ende, es tener que aguantar a malnacidos delincuentes. Para eso, que los aguanten en su casa.

Violante Cabral dijo...

No, es que yo sería la última en pedirle a los gitanos que se integren. Tienen una cultura riquísima, que debe defenderse. Más los preferiría aportando su cultura a la nuestra como hizo Django.

Aparte que no se hacen las victimas como otros colectivos, que no ponen bombas ni quieren que los demás se vuelvan gitanos.

El asunto es que tanto Sarkozy como sus detractores se han quedado en “gitano” en vez de enfatizar “ilegal” y “malviviente”.